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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO V 191<br />

Es la siguiente: la tenta tiva de transformación del aparato psíquico en aparato<br />

de lenguaje. La hipótesis es, por lo tanto, que gracias a las condiciones<br />

de la experiencia, el aparato del lenguaje logra drenar, mejor que cualquier<br />

otro, aquello que está en el or den del aparato que le es inaccesible, es decir,<br />

el aparato psíquico. Se conjugan aquí dos dimensiones, también ellas necesariamente<br />

ligadas: la dimen sión de lo intrapsíquico y la de lo interpsíquico.<br />

La transfe rencia sobre la palabra es la dimensión de lo intrapsíquico; la<br />

transferencia sobre el objeto es la dimensión de lo interpsí quico.<br />

Llegamos a la cuestión de la vectorización. Me alegra que se haya<br />

comprendido su importancia, porque bajo este término abs tracto he incluido<br />

categorías muy diferentes. He in cluido, pues, una referencia a los diversos<br />

espacios psíqui cos (hablar no es la única manera de expresión signifi ca tiva,<br />

se puede pintar, ha cer música, acrobacia, se pueden realizar todos los tipos<br />

de ac tividad humana): la cuestión de la vectorización depende, en efecto,<br />

de aquello que Bion llama el vértice. Pero la cuestión de la vectorización<br />

com prende además lo que se podría llamar la fi nalidad de los procesos<br />

psíquicos, es decir, el cumplimiento y la realiza ción que implican una<br />

dimensión temporal. Se adopta, por otra parte, una referencia normativa<br />

diciendo que debe ser de uno u otro modo. La vectorización es un estado<br />

de hecho, co menzamos con un estado que ya está vectorizado.<br />

Entonces, en lo que respecta a la pregunta de la doctora Mura tori, que<br />

se ha referido a una entidad teórica, a una unidad sistémica que antecede a la<br />

distinción entre psique y cuerpo, pienso que esto no puede dejar de llevarnos<br />

de nuevo a la pulsión, enten dida justamente como sistema de base. Por mi<br />

parte querría tomar en consideración todo eso: partir de esta concepción<br />

límite donde observamos roturas en el sis tema y autorregulaciones, como<br />

ha dicho la doctora Muratori. Pero eso es lo que hacemos cuando es tamos a<br />

punto de pensar y de hablar; es lo que hacemos de hecho, no podemos hacer<br />

de otro modo, pero sí pensar las condiciones que nos permiten hacerlo. Los<br />

remito al último párrafo de “El porve nir de una ilusión” (Freud, 1927c*),<br />

donde Freud dice que el aparato psí quico es una parte especializada que<br />

resulta de una diferen ciación del mundo y que es infl uido por su relación<br />

con el mundo, por lo cual no puede haber conocimientos directos. El punto<br />

de partida, pues, es el punto de partida de esta psique que busca pensar lo<br />

psíquico y lo no psíquico. El problema es saber si existe lo no psíquico y<br />

cuáles son los rasgos diferen ciales y las relaciones entre lo que es psíquico<br />

y lo que no lo es. Y es en este punto que espero que el debate contribuya a<br />

mostrar que en la con ceptualización de Freud existe algo extre madamente<br />

riguroso cuando –como lo he su brayado– se refi ere a la pulsión y al modo<br />

en el cual ésta se manifi esta como investi dura, repre sentación, lenguaje y,<br />

luego, en relación a la reali dad con el lenguaje y la ac ción.

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