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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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212 LUIS CHIOZZA<br />

Esta mañana recordábamos que Weizsaecker decía que el dia lecto<br />

de órgano es un dialecto pobre porque el órgano sólo posee tres o cuatro<br />

vocablos, que dependen de su estructura funcional y anatómica, para poder<br />

expresarse, para poder co municar...<br />

Quiero hacer aquí una pequeña digresión para decirle a Abadi que<br />

si no le he dicho a Green que el lenguaje de ór gano “no co munica pero<br />

expresa”, es porque no lo creo así. Creo, por el contrario, como ya lo dije,<br />

que expresa y comu nica.<br />

Ocurre, sin embargo, que para que un mensaje se comunique no basta<br />

con el emisor, hace falta también un receptor. Debe haber, desde ambas<br />

partes, una permeabilidad al código. De manera que los pacientes siguen<br />

repitiéndonos algunas cosas, a los psicoa nalistas, durante muchos años, hasta<br />

que a ve ces, por fi n, las comprendemos, y cada día comprendemos más. Por<br />

este motivo tiene sentido el que progresemos aprendiendo nuevos códigos.<br />

En desacuerdo con lo que afi rma Weizsaecker, traje esta ma ñana una<br />

diapositiva para mostrar cómo, a través de los esca sos voca blos de los que<br />

un órgano dispone, puede, gracias a que su función forma parte de la clave<br />

de inervación de un afecto, convertirse en el representante simbólico de ese<br />

afecto completo.<br />

Cuando la vía “vectorial” del afecto, para usar una expre sión que hoy<br />

surgió aquí, se estrangula “de ida”, por obra de la re presión, la excitación<br />

puede, recorriendo a la in versa la vía del cauce común, retornar a la<br />

conciencia, por el camino alter nativo, como sensación somática.<br />

Esa sensación somática, que llega a la conciencia privada de su<br />

signifi cado emotivo original, ocurre por la reactivación de uno solo de los<br />

elementos de la clave de inervación com pleta que constituye un “tronco<br />

común” con el afecto repri mido.<br />

Me parece que ese tipo de descarga equivale a lo que la psi cosomática<br />

norteamericana ha llamado equivalente afecti vo. Pienso, dado que la investidura<br />

de la clave completa se des plaza sobre uno solo de los elementos que la constituyen,<br />

que la ex presión deformación patosomática del afecto es más adecuada.<br />

De modo que el dialecto del órgano sólo en apariencia es un lenguaje<br />

pobre. Si tenemos en cuenta que representa a la clave de la cual forma parte<br />

o, más aún, es la resultante transaccio nal del confl icto entre la descarga<br />

de las claves de dos o más afectos, el aparentemente torpe dialecto de los<br />

órganos recu pera, para el intérprete adecuado, su riqueza simbólica.<br />

Me parece claro entonces que el lenguaje del órgano posee un va lor<br />

expresivo, en cuanto es la muestra de una actualidad. Cuando digo “¡Ay!”,<br />

esa palabra es expresiva porque muestra la actuali dad de mi dolor, pero<br />

además es comunicativa, por que evoco, a través de ese símbolo, en la<br />

mente del intér prete, la idea de un dolor que en él está ausente.

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