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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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44 LUIS CHIOZZA<br />

por excepción, debe indicar una presencia, es necesario acompañarla de<br />

otros signos, no verbales, para connotar este cambio de código (Langer,<br />

1941). Sucede de este modo cuando decimos “¡Cuidado!” para señalar un<br />

peligro. Cuando la palabra es un signo indicador de presencia, su función<br />

nominativa confl uye con su función expresiva.<br />

Meltzer se refi ere a lo que Bion denomina función alfa, y señala<br />

que le parece idéntica, o por lo menos muy similar, a la “misteriosa”<br />

formación de símbolos. Se trata, en el fondo, del mismo misterio<br />

que encontramos en esa “cruza de especies” (Turbayne, 1970), tan<br />

iluminadora para el intelecto, que denominamos “metáfora”. Creo que el<br />

“misterio” se relaciona con el hecho de que en la metáfora confl uyen el<br />

proceso primario y secundario en un proceso terciario (<strong>Chiozza</strong>, 1970m<br />

[1968]; <strong>Chiozza</strong> y Grus, 1981d), porque frente a la discriminación<br />

que mantiene noticia de la diferencia entre el símbolo, representante<br />

presente, y su referente, ausente, coexiste siempre, en alguna parte, una<br />

equiparación (ecuación simbólica) del símbolo con lo simbolizado. Sin<br />

esta “equiparación”, que vehiculiza la importancia y determina que el<br />

símbolo funcione en parte como un signo indicador, el símbolo quedaría<br />

totalmente privado de signifi cancia 7 .<br />

Me parece que ese mismo misterio subyace en la esencia de lo que<br />

consideramos psíquico y que sin esa confl uencia de proceso primario y<br />

secundario no existe posibilidad alguna de simbolización.<br />

Parece evidente que cuando Meltzer equipara a los elementos alfa<br />

con símbolos y a los elementos beta con signos (sosteniendo que estos<br />

últimos son pseudosímbolos), se apoya en la distinción entre indicador de<br />

presencia y representante de ausente. Conviene agregar, sin embargo, que<br />

esa distinción sólo funciona en situaciones gruesas.<br />

Los conceptos de animal y vegetal funcionan bien cuando se los utiliza<br />

en el terreno en el cual han sido creados, para distinguir al elefante de<br />

la palmera, pero son inadecuados cuando tratamos de aplicarlos a una<br />

bacteria. Imaginemos que, en el borde de una ruta, colocamos un cartel<br />

con el dibujo esquemático de una curva. Podemos entonces preguntarnos:<br />

¿a qué distancia de una curva del camino un cartel que la dibuja deja<br />

ya de representar su ausencia para comenzar a indicar su presencia?<br />

Imaginemos ahora que hemos establecido a qué distancia un cartel indica<br />

a un automovilista la presencia de una estación de servicio. Si el que<br />

encuentra el signo así constituido recorre la ruta a pie y empujando su<br />

7<br />

La palabra “signifi cancia” utilizada aquí como un neologismo que denota la<br />

importancia de un signifi cado, no existe en castellano, aunque existe su forma<br />

negativa: “insignifi cancia”.

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