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nunca fuese capaz de decírselo… pasaba los días imaginando como seria estar junto
a ella, en biología la única pregunta que deseaba responder era el cómo sería el tacto
de sus manos con las mías, en mate solo deseaba saber el número de besos que le
podría dar en un día y en español solo deseaba escribirle a ella, soñaba despierto con
el calor de su compañía.
-¿Y en que terminó… le consiguió hablar?, -Preguntó uno de los menores, -Pues
sucedió lo que era obvio que iba a suceder, -Dijo Andrés como si no hubiese habido
otra posibilidad, -Mientras yo buscaba el valor de hablarle en algún lugar perdido en
mí ya otros le envían recados con las pocas amigas que había hecho, y mientras yo
intentaba hacer algo para olvidar esos miedos que alguna otra había implantado otro
tuvo la feliz suerte que yo tanto deseaba.
Al escuchar aquella respuesta el chico se desanimó al darse cuenta de que no basta
con querer algo para que se cumpla, -Pero no se ponga así mae… -Dijo Andrés riendo,
yo sé que aquello no durará mucho y en cuanto termine estaré listo para dejar los
miedos atrás y ponerme en acción.
Luego de concluida su historia se hizo el silencio durante un pequeño instante en
el que reflexionaban sobre todo lo que te puede quitar el miedo y aquel chico que
se había dejado embargar por él se prometía a sí mismo no dejar pasar ninguna
oportunidad más sin el placer de intentar y conocer que hubiese pasado.
Un instante después otro de ellos riendo pidió que alguien contase la vez cuando
Eduardo llego enfermo a clases y vomitó sobre el vestido de una de sus compañeras.
Y las carcajadas volvieron a apoderarse del lugar y la felicidad brotada en aquella
época que es de las más intensas de nuestras vidas.
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