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Él llegaba todos los días a su casa llorando ocultándose de sus padres. Un día sus
padres lo vieron llorando y le preguntaron qué le pasó. Carlitos decidió contarles la
realidad a sus padres, entonces sus padres reaccionaron y fueron al colegio para
hablar con los profesores.
Sus papás llegaron al colegio para hablar con los orientadores. Los orientadores
hablaron con los compañeros de clase del joven para que dejaran de molestar a
Carlitos. Pasaron unos días y la situación se tranquilizó, pero después el bullying
contra Carlitos continuó.
Al enterarse sus padres de que seguía la agresión contra su hijo, decidieron ir a
hablar con el director del colegio. El director le molestó que eso estuviera ocurriendo
en su institución, por lo que tomó las medidas del caso, llegando a suspender a los
responsables del acoso por un tiempo para que recapacitaran.
Al tiempo los agresores volvieron al colegio y muy amablemente fueron a pedirle
disculpas a Carlitos y a sus padres, entonces los padres de Carlitos aceptaron las
disculpas.
Después Carlitos empezó a tener muchos amigos que lo trataban bien y lo querían
tal y como era. Los casos de acoso no volvieron a suceder y los agresores hicieron
amistad con Carlitos.
Ahora Carlitos es un profesional, tiene una organización contra el acoso escolar,
ayudando así a muchos estudiantes que viven la misma historia de él.
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