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Vivencias en el cole
CENTRO EDUCATIVO: Liceo de Coronado
DIRECCIÓN REGIONAL: San José Norte
BIBLIOTECÓLOGO: María Eugenia Rojas León
DOCENTE: Isabel Alfaro Robles
AUTOR: Esteban García Mesén
SECCIÓN: 11-4
oy ha ocurrido un hecho increíble, me levanté bastante tarde y cuando mi
madre me estaba abriendo las cortinas de mi dormitorio, le pregunté la hora.
Al enterarme de que eran pasadas de las nueve, me apresuré a bañarme y
vestirme, me encaminé con mucha prisa al colegio, con esas precisas que andaba casi
me tropiezo con una condenada piedra que por poco dejo los dientes pegados en el
suelo, ya había llegado a la clase y la Profesora Augusta no se encontraba en el aula,
así que entré con tanta preocupación, en eso un compañero, buen amigo altísimo
como ninguno, de rostro delgado y un poco pálido, me preguntó __¿Pero amigo qué
enredos tienes en la cabeza? No es la primera vez que te precipitas como un loco pero
no le respondí, ya que me encontraba sin aliento y no tenía la respuesta porque ni
siquiera yo sabía lo que me sucedía. En eso llegó la Profesora se puso a dar la clase
normalmente, pero ya no tenía cabeza para estudiar más bien no sé donde la tenía
puesta, me encontraba aburrido y cansado que hasta la pared se veía más graciosa e
interesante demasiadas distracciones que hasta el ruido de un simple mosquito tenía
mi atención; lo que la profesora explicaba me parecía como si me estuvieran hablando
en chino. De pronto sonó la campana y exclamé “que dicha por fin había acabado mi
sufrimiento”. Escuchar el timbre para la salida era música para mis oídos, se me había
hecho eternas aquellas lecciones de tanto esperar y al oír aquellas explicaciones,
además de ser aburridas no logré entender nada y tampoco tenía el deseo de saber.
Eran ya las once de la mañana y nos encontrábamos Adelaida mi compañera y yo
sentados en una banca, ella una mujer bella como ninguna, única, era la conciencia
de la belleza y de la juventud, una cualidad que era loable si no tuviese como
consecuencia una inmensa y profunda vanidad. Su piel morena de cabellos castaños
y de ojos color café, sus manos parecían hechas para las caricias del amor; al frente
de nosotros estaba un carajillo un poco infantil a quien llamaban Juanito bailando
como un borrachillo, con toda las faldas por fuera, brincando, si bailar se llama hacer
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