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Al recorrer una lágrima de fuego que se deslizó lentamente por sus mejillas
aterciopeladas, su padre le dijo:
- Acompáñame. Le dio la mano y la llevo al cuarto, donde le tenía una sorpresa,
llegó quitándole suavemente el pañuelo del rostro, Lucía abrió sus ojos y junto a ella
estaban unos cuadernos que le parecieron suficientes, una enorme cartuchera con
varios artículos adentro, un uniforme y otras objetos más que alegraron su mañana.
Ella no podía dejar de ver con ilusión sus dádivas y revisándolas encontró una carta
de su padre, con bellas palabras. En ese momento entró su madre a la habitación,
observando la tierna escena de su esposo e hija, reconoció que lo material
definitivamente no vale la pena, que el mayor tesoro que puede haber es la familia.
Junto a ellos les pidió perdón por su obsesión a lo material y prometió cambiar, esa
noche marcó la vida de esta niña.
En su habitación Lucía pensaba que ya empezaría cursar octavo año, pues tenía lo
necesario. Llegó el gran día y sus padres la llevaron al colegio, lo que la hizo feliz,
aunque sus compañeros no pensaron igual. Le asignaron unos cuantos compañeros
que había conocido anteriormente y otros de nuevo ingreso, con el grupo no le fue
bien pues le llamaban “sapa” por ser puntual y responsable, ella sabía cuál era su
objetivo en el colegio pues estudiar es su mayor anhelo. Pasaron los días y varios
profesores asombrados de su dedicación, mientras que varios de sus compañeros se
dedicaron en hacerle las situaciones más difíciles, pero las ganas por estudiar iban en
aumento, gracias a que sus padres le ayudaban siempre, Lucía agradecía a diario su
apoyo, porque sabía que sin ellos era imposible estudiar.
A Lucía se le hacía difícil encontrar con quien compartir durante recesos y momentos
libres dentro del colegio, pero aun así los aprovechaba en la biblioteca. En algunos
momentos Carmen le ayudaba en materias como Matemática, ya que ella fue profesora
en la Universidad de Costa Rica, la joven sabía los logros que ella llegó a alcanzar
, por lo tanto le gustaría seguir sus pasos y así lograr parte de lo que ella en algún
momento alcanzó, pero profesores como la de matemática, la desilusionaban por
ciertos comentarios referentes a sus sueños, ya que para ella iba ser muy difícil
debido a sus debilidades económicas y los promedios que se requieren además de
otras cosas que hacían recaer emocionalmente a la joven.
En los exámenes Lucía se dedicó solo a estudiar, sin tener tiempo para aquellos
mandados. Carmen analizando la situación de la joven, habló con sus padres,
diciéndoles –me comprometo a costear gastos del internet, para facilitar los trabajos
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