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¡Ya se! Tal vez si leemos nosotros dejan de morir las criaturas. Dijo Olivia.
¡Fantástica idea! Dijo Daniel. Bueno… tal vez funcione.
Se sentaron a leer y leer pero no era suficiente, porque mientras leían un libro, moría
el personaje de otro libro.
Así siguió que hasta murieron Cocorí, el Tío conejo, y libros muy conocidos nacional
e internacionalmente.
¡Oh vaya! Pero hay esperanzas, si algunos personajes están vivos quiere decir que
todavía alguien los lee. Dijo el duende. Sacó un agüilla y se las salpicó a los niños. De
pronto, comenzaron a flotar, pero nadie de los que estaban en el parque los miraba,
parecía que el agua los había hecho invisibles a los ojos de la gente.
El duende los llevo a la biblioteca de Heredia, Alajuela, Puntarenas, Guanacaste limón
y san José, y vieron a muy pocas personas leyendo.
¡Qué extraño! Vi a mucha gente leyendo en libros muy bonitos que tocaban
constantemente y brillaban al frente de sus rostros y siguen muriendo los personajes.
¡Esos no son libros! Le dijo Paula al duende. Se llama tecnología. ¡Tal vez esa sea la
causa de que nadie lea!
Y se fueron volando a cada torre de celular que veían y las rompían pero durarían
una eternidad rompiendo todas las torres del país y también las del mundo. Por eso
en duende silbó de una manera hermosa y salieron muchísimas criaturas volando de
las bibliotecas y lograron romper todas las torres de celular que había en el mundo,
bueno, aunque algunos villanos también rompieron celulares.
Al pasar unos 3 días las personas comenzaron a estudiar, poner atención, conversar
y principalmente leer.
Marcela y Gabriel les pidieron perdón a Paula, Olivia, y Daniel. Y Daniel le agradeció a
Paula, la tomo de la mano y le confesó a Paula que siempre le ha gustado, y vivieron
felices y leyendo por siempre.
Esperemos, chicos y chicas, que esta historia no llegue a suceder nunca, leamos
aunque sea un libro cada 6 meses por que nos ayuda en mucho.
¡Por cierto!
Es muy divertido. ¡Nos vemos!”
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