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sentía que se esforzó tanto para nada porque las personas que ella tanto admiraba
no eran lo que había pensado. Sentía que la habían defraudado, que solo la habían
engañado, sentía que no podía confiar en nadie y que nadie la quería.
Una hora después la llamó una vieja amiga, (una verdadera amiga) y le preguntó
que porqué no la veía desde hace tiempo y que por qué no la llamaba. Elizabeth le
contestó que ya había pasado muchas cosas en su vida que había cambiado y que
no le gustaba la vida que estaba llevando, entonces su amiga la invitó a salir y ella
aceptó.
Cuando se encontraron las dos amigas empezaron a hablar de sus vidas y de sus
problemas y Elizabeth encontró mucho interés en su vieja amiga ya que ella era real
y no fingía ser quien no era y más atención le puso cuando le habló de lo feliz y de
lo bien que se sentía ya que estaba asistiendo a un grupo de jóvenes de los cuales
hablaban de Dios, que en ese grupo hacían actividades divertidas y sanas, la amiga la
invitó a la iglesia y Elizabeth dudosa le dijo que sí iba a ir.
Cuando Elizabeth empezó a asistir a la iglesia aunque al principio iba por puro
compromiso con su amiga pero luego le gustó y se empezó a sentir mejor, comenzó
a sentir que encajaba y que no tenía que fingir ser alguien más, sentía que podía
ser ella misma sin remordimiento alguno. Conforme pasó el tiempo Elizabeth dejó su
grupo de supuestos “amigos” y empezó a ser ella misma. Ya no se mataba por ser
bonita y por fin se sentía realmente feliz y ya no se sentía vacía, encontró nuevos
amigos y por fin entendió tantas cosas que antes no entendía y que se le hacía una
verdadera confusión.
Aprendió a ser sabia y no vivir de apariencias.
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