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dijo la pradera: -Si quieres mi pasto ve al cielo y pídele algo de rocío para mi pasto.<br />

El pollito volvió a ver al cielo y le dijo: - Oh cielo, buen amigo, regálame un poco de<br />

tu rocío, para la pradera, para el pasto, para el carnero, para la lana, para el pañuelo,<br />

para el sastre, para el estanque, para el agua, para mi amigo el gallo.<br />

Y el cielo le dio el rocío y la pradera le dio el pasto y se lo dio al carnero y el carnero<br />

le dio la lana y se la dio al sastre y el sastre le dio el pañuelo y él se lo dio al estanque<br />

y el estanque le dio el agua y él le dio el agua a su amigo el gallo y el gallo se la tomó<br />

y desde entonces, siempre el gallo le da la mitad al pollito y algo más.<br />

La muñeca nueva<br />

CENTRO EDUCATIVO: CTP de Purral<br />

DIRECCIÓN REGIONAL: San José Norte<br />

BIBLIOTECÓLOGO: María Gabriela Montero Bolaños<br />

AUTOR: Shannon Mariana Llesca Vallecillo<br />

SECCIÓN: 7-6<br />

o quiero una muñeca grande, linda y que camine, dijo Ximena.<br />

-Y Rosita, dijo extrañada la mamá- ¿ya no la quieres?<br />

-Si la quiero pero… está muy fea. Mejor una con vestido nuevo y que camine.<br />

Este año ha sido muy bueno, decía el papá. Los muñecos son regalo de navidad,<br />

pero si quieres una nueva la tendrás que esperar el día de tu cumpleaños. Y Rosita<br />

que mantenía una sonrisa congelada en el silencio de la noche, dejaba resbalar unas<br />

lagrimitas por sus mejillas de porcelana desteñida.<br />

Estos serían las últimas noches en la cama de la niña. La muñeca nueva llegaría en<br />

pocos días y ella pasaría al rincón de los juguetes viejos. Y su corazoncito de yeso se<br />

resquebrajaba de dolor cuando oía a Ximena decir a sus amigas con cuánta ilusión<br />

esperaba la llegada de la muñeca nueva que su padre le había prometido.<br />

En las mañanas, Ximena se levantaba y sentaba en la silla a Rosita siempre con la<br />

misma sonrisa. En esta silla, pensaba la muñeca, ¿la sentará a ella? Y yo iré a dar al<br />

fondo del armario con el osito roto, el coche sin ruedas y la bola desinflada. Los días<br />

pasaban lentos para Ximena, con una rapidez angustiosa para Rosita que esperaba<br />

con dolor el cumpleaños de su dueña.<br />

Ximena tiene razón suspiraba, no fui hecha para caminar y en vez de sonreír solo<br />

tengo una sonrisa permanente. Me ha peinado tantas veces, que ya casi no tengo<br />

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