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Aún así, sabía algo: él no era el único pasando por eso. Se aferraba a la idea de que
habría otra persona igual o peor que él; que tal vez le podría ayudar si él hallaba
las respuestas que buscaba y salía del vacío que su oscura realidad había arrojado
dentro de su cuerpo. Y así lo hizo. Siempre con la esperanza de algún día cumplir sus
sueños, incluso si mucho lloró y pataleó, aprendió que si solo esperaba a que alguien
le ayudara no sucedería, pero que si tomaba la iniciativa, todo el apoyo del mundo
provendría del simple hecho de levantarse una vez más, incluso si ese apoyo venía de
la cosa más sencilla.
Aquel chico encontró a aquellos que estaban peor que él, y supo al fin por qué pasó
lo que pasó. Lo aceptó con una sonrisa, amplia y sincera. Nunca juzgues al de la
esquina, pues no sabes qué hay detrás de la barrera que le protege. Tal vez lo hizo
así para no salir más lastimado, ¿no?.
Dragones Místicos
CENTRO EDUCATIVO: Instituto de Alajuela
DIRECCIÓN REGIONAL: Alajuela
BIBLIOTECÓLOGO: Fabiola Aguilar León
DOCENTE: Karen Sibaja Araya
AUTOR: Dylan Ching González
SECCIÓN: 7-3
abía una vez un pequeño pueblo llamado Mongrich, en ese pueblo las personas
eran muy alegres, a los niños les contaban una historia de dos dragones místicos
antes de dormir, esos dos dragones eran un dragón Nube y un dragón Tormenta.
Los niños siempre pasaban pensando cómo eran esos dragones, ¡un día los niños
subieron a la montaña del pueblo donde decían que ahí aparecían esos dos dragones!
Después de varios minutos los niños vieron una nube extraña de color azul triste y
puffff, apareció un dragón enojado.
- ¿Dijo el dragón Tormenta? ¿Quiénes son ustedes? dijo asombrado.
- ¡Somos unos niños de un pueblo llamado Mongrich!
- Pues por despertarme les daré un castigo a ustedes y a su pueblo.
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