1VAKyeNMX

Un día fue a su lugar favorito el viejo y olvidado parque, dónde nadie jamás jugaba…
excepto Glen, jugaba con su globo rojo o con su cometa favorito. – Este lugar no
tiene árboles – pensó Glen, se quitó su sombrero y de él sacó grandes y gigantescos
árboles que estaban atados de una pequeña cuerda, que Glen sujetó en unas raíces
que apenas se asomaban en el césped, así los árboles no saldrían volando, ya que
flotaban como globos. Glen terminó de colocar los árboles alrededor del parque, y de
largo veía como sus gigantescas manos decían adiós y Glen les devolvió un adiós con
su mano también.
Glen preparó su té nocturno, sacó uno de sus libros de la biblioteca enorme que tenía,
la biblioteca ocupaba casi toda su casa, Glen amaba coleccionar libros y siempre
que encontraba uno nuevo lo ponía en su colección. Glen finalmente terminó su
meditación de lectura, por qué para él leer era como un acto sagrado que no debía
ser interrumpido por nada del mundo.
Al día siguiente Glen visitó el lago, dónde por las noches en el lago ocurría un evento
increíble, pero como todavía hacía falta para la noche, Glen se fue a visitar la ciudad.
El viento movía los papeles y bolsas que parecían ser seres eternos, de una cosa
estaba seguro Glen, esos papeles y bolsas seguirían ahí, volando sin dirección alguna
hasta muchos después de su muerte.
Glen observaba por las ventanas de los edificios y de las casas, los televisores
aún permanecían encendidos, las luces apagadas y la televisión no pasaba ningún
programa, solo se podía ver la estática. De la ciudad salía una melodía, que se podía
escuchar por toda la ciudad, Glen había investigado por todas partes, pero jamás
encontró el aparato del que provenía, así que sacó en conclusión que la ciudad por sí
misma producía ese sonido.
Se acercaba la noche, y los edificios se alumbraban desde adentro, parecía como si
hubieran personas en sus hogares y el sonido de estática se iba convirtiendo en una
canción. – Ojalá pudiera apagar ese sonido – pensó Glen.
Glen fue directo al lago dónde le esperaba el espectacular… se sentó en un banco
que veía directamente al lago, una vez que se acomodó, como si fueran luciérnagas
unas luces empezaron a levantarse desde las profundidades del lago, formas flotaban
y jugaban unas con otras danzando como en una fiesta, danzando como si sus vidas
dependieran de ellos, sabían que sus vidas no eran más que efímeros momentos de
felicidad perdidos.
420
420