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El ladrón de sueños
CENTRO EDUCATIVO: Liceo de Miramar
DIRECCIÓN REGIONAL: Puntarenas
BIBLIOTECÓLOGO: Mabel Arrieta Matarrita
DOCENTE: Maritza Trejos
AUTOR: María Fernanda Enríquez Ávila
SECCIÓN: 10-6
ola, ¡mucho gusto! Mi nombre es la muerte.
Por favor, no te asustes, sé que no es muy amable de mi parte presentarme de
esa manera, pero debido a mi trabajo, no he desarrollado muy bien eso que
ustedes llaman “tacto.” Además, ¿Por qué te asustas? Si sabes que tarde o temprano
llegare por ti, mi mano se posara sobre tu hombro, y nos iremos juntos hacia la
eternidad, mi llegada será el alivio de todos tus pesares, angustias, preocupaciones
y dolores.
¿Sabes? Gracias a mi trabajo he conocido a millones de personas tan diferentes, pero
las he divido en dos clases: los conformistas, que se resignan con mi llegada y me
entregan su alma sin pesar; y los luchadores, esas personas que se aferran a la vida
hasta el último suspiro, y que me ven como la peor de las tragedias, yo no tengo la
culpa, lo único que hago es cumplir con mi trabajo.
Y la historia que les vengo a contar es de uno de esos luchadores, uno muy miserable
por cierto, lo que hace que me pregunte: ¿para qué se aferraba tanto a la vida, si no
tenía nada, ni a nadie?
Era una noche fría, en un callejón oscuro y solitario, donde yacía Jim Aldridge, nuestro
ladrón de sueños; ¿qué hacía yo ahí? Fácil, lo que mejor que sé hacer, llevarme
las almas de las personas, aunque, no estoy segura si lo que ese hombre tenía se
le podía llamar “alma.” Estaba ahí tirado, solo, como siempre lo estuvo, miserable,
sin embargo seguía negándose a que me lo llevara, insistía en seguir respirando, y
considerando su historia, sigo sin entender por qué.
¿Quieren saber su historia? Tranquilos, yo sé que sí, esta vez seré flexible, y se las
contaré, ¡pero no insistan más! Que esta será la primera, y ¡la última!
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