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el resto de día se mantuvieron apartadas del grupo y si hablaban o contestaban una
pregunta era lo mismo; no tenían personalidad o algo que las identificara.
Entre tanto en el tiempo libre de la última clase escuchaba a mis compañeros comentar
algo, así que me acerqué para incorporarme, pero todos guardaron silencio.
- ¿Qué sucede? –Fruncí el ceño - ¿Por qué se callan apenas llegué?
- Te llevas muy bien con las mellizas y lo más probable es que seas obra de quien tú
sabes – Me contestó el de la par alejándose de mí.
- ¡No seas tontos! – los amoneste disgustado - ¡Es normal! Y además son muy
diferentes, de hecho son más únicas que ustedes, por eso tienen un miedo tan
estúpido! – aseveré todavía más furioso.
Todos entrecerraron los ojos y se veían algunos disgustados y otros un poco
avergonzados pero, para suerte mía la campana me salvó; habían tocado salida.
Inmediatamente me aparté del círculo reunido y tomé mis cosas y salí del salón de
clase, espantado y con aires de un cobarde.
Pronto me hallé afuera del aula y sentadas en las bancas, que estaban a los costados
del portón de salida, se encontraban las mellizas admirando como se reponían, el día
oscuro en una claridad de luz y colores amarillas y naranjas que combinaban con sus
cabellos y ojos color miel, y por fin el rojo oscuro que era el perímetro de las nube,
me decidí hablarles pero al verlas juntas, solas y sin la menor idea de que las veían
bajo un atardecer hermoso pensé:
“Dicen que la identidad es lo que te hace único, que la personalidad te diferencia
del resto y te aleja de la semejanza y el parecido, incluso físico. Pero, ¿Qué pasaría
si vivieras y te criaras con el reflejo de ti mismo al mirarte al espejo?, ¿cómo sería
convivir con identidad y alearte de la similitud si tuvieras un mellizo?, ¿qué harías si
vivieras con la semejanza y la exactitud misma?”
Pensar aquello me hizo darme cuenta lo patético que puede ser imitar a alguien o
envidiar y querer ser igual, así que tomé confianza y me acerqué para darles una
invitación:
- ¡Hola!- las saludé algo tenso- Solo quería preguntarles, ¿si quisieran venir a mi casa
esta tarde?
- ¡Por supuesto! – me respondió alegre Francela – me encantaría.
- Supongo que no me vendría mal hablar con alguien además de mi hermana.
Respondió de un manera seca Francini.
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