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me dijo que era del extranjero y que sus padres viajaban mucho.
Llegué a mi casa saludé a mis padres y me fui directamente a mi computador, hice mi
tarea y luego entré a la red social… ¡tenía una solicitud de Ernesto! acepté hablamos
por el chat hasta tarde de la noche, él era un chico muy interesante y además, no
tenía novia. Un punto a mi favor, nos despedimos y fui a la cocina, porque tenía
hambre aunque era muy tarde tenía la necesidad de comer algo.
Era sábado me levanté, tenía mensajes de Marina. - Pato, salgamos hoy ¿Qué dices?
Y le respondí. Claro tú me dices donde y a qué hora. Acordamos vernos en el parque
a las dos de la tarde.
Desayuné y me bañé, le dije a mi mamá si me permitía salir con Marina y aceptó.
Pedí un taxi para ir hasta el parque, Marina aún no llegaba, a los cinco minutos lo
hizo. Hablamos sobre el chico de los ojos verdes, le conté que en realidad me gustaba
mucho, en las siguientes horas hablamos de distintas cosas, luego fuimos hasta su
casa y cené pizza en su cuarto, luego de una larga conversación Marina me dijo que
me quedara a dormir en su casa, llamamos a mis padres para pedir permiso y ellos
accedieron a dejarme quedar, luego de una larga lista de recomendaciones que por
supuesto tenía que cumplir, que divertido la pasamos juntas, todo marchó bien.
A la mañana siguiente le dije a Marina que muchas gracias por su hospitalidad que
disfruté mucho de su compañía, pero que ahora tenía que regresar a casa, porque
tenía muchas de tareas que cumplir. En mi mente solo estaban presentes aquellos
ojos verdes. De regreso a mi salón de clase me senté junto a él, el profesor nos
regañó por estar hablando, al final Ernesto me invitó a su casa. -Ernesto, apenas te
conozco y quieres que vaya a tu casa. Haciéndome la difícil. -Si lo sé, pero ahí está mi
mamá. -Mmm, bueno solo un rato. Tomamos el bus y fuimos allá, de camino me pidió
mi número telefónico, su casa estaba a unas cuadras de la mía, la casa era grande y
el interior muy lujosa.
- Hola, señora. ¿Cómo está? - Me llamo Franciny. - Am, ok mucho gusto señora. Se
veía bastante malhumorada y creo que Ernesto también lo notó, porque enseguida
nos fuimos, me mostró toda la casa y por último su habitación.
Su habitación era un tipo de paraíso, en la pared tenía divisiones donde habían muchos
libros, al entrar me quedé como ¡wow! Y él me dijo: -¿Te gusta leer?
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