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grandes cosas. Su mariposa siempre parecía presente, siempre estaba ahí para ella
y su compañía se convertía en la mejor. La criatura la acompañaba en el día, lloraba
porque se ausentaba en la noche, esa era la razón de su mariposa diurna.
-¿Podrías hacer silencio? Estamos en misa y Dios se respeta- para su tía la misa era
como un ritual, en verdad es eso pero para una niña no era mucho. Numerosas veces
se preguntaba: ¿Por qué las misas son tan aburridas? Dios es amor y felicidad, las
personas que asistían no reflejaban eso. Si te dabas cuenta en un instante podían
bostezar y pestañear para quitarse el sueño que les producía el sacerdote hablando.
Su madre le decía que era porque el diablo trataba de influenciarlos y alejarlos de
Dios.
La niña fue lectora en la iglesia al instante que aprendió a leer, todos decían que
era grandiosa e inusual ya que nunca veían a una niña leer entre tantos adultos
necesitados de grandes lentes para leer. La primera vez que experimentó el sentirse
grande fue cuando probó hostias sin consagrar, podría ser absurdo pero ella tenía la
oportunidad de probarlas antes que otros niños de su edad que no habían realizado la
primera comunión. Se emocionaba por escuchar su voz retumbando en las paredes
del templo al leer la biblia frente a todo su pueblo. Podría haber algo muy irónico en
su vida porque le enseñaron que Dios no era violencia, él enseñaba eso a todas las
personas excepto a su tío.
Él una vez golpeó a su tía a altas horas de la noche, la niña no lo vio pero pudo
escuchar a su tía quejándose de eso. Su madre durmió con ella tranquilizándola
porque todo estaba bien mas nada estaba bien. Quería ayudar a su tía pero ella
estaba acostumbrada a la violencia. Podría echarle la culpa de todo a su infancia, pero
se convertiría en lo que decidiera. Ella todavía creía en la mujer que quería llegar a
ser. Esa tarde se dio cuenta de cosas increíbles, corrió al lugar usual de su mariposa
sobre la pared para decirle de su nueva idea de vida pero ya se había marchado para
siempre.
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