Descargar el documento - Unesco
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Honduras; y 15,1 veces en la alta secundaria de Guatemala. Es decir, mientras que en <strong>el</strong> decil<br />
superior de este último país <strong>el</strong> 72,0% de las personas de 20 a 24 años ha concluido la alta<br />
secundaria, este porcentaje es de 4,8% en <strong>el</strong> caso de la población indigente. De hecho, en este<br />
mismo país, menos de 1 por cada 10 indigentes de 20 a 24 años ha culminado la secundaria<br />
baja. Una situación muy similar se observa en Honduras donde los valores correspondientes<br />
son 66,3, 4,7% y menos de 1 de cada 10; sólo que la disparidad en este caso resulta menor<br />
que en Guatemala por <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> más bajo de conclusión observado en la alta secundaria incluso<br />
entre la población d<strong>el</strong> decil superior de la distribución de ingresos.<br />
(e)<br />
¿Qué tipo de condiciones sociales se asocia más a la inequidad<br />
educativa?<br />
A pesar de los importantes progresos de la región en <strong>el</strong> logro de las metas educativas<br />
centrales reseñados en <strong>el</strong> capítulo sobre la eficacia, aún existen importantes desafíos o rezagos<br />
que identificados, en general, en dicha sección, pero que la información presentada permite<br />
acotar y dimensionar a la luz de una preocupación básica centrada en la equidad. En efecto, la<br />
información disponible muestra con nitidez que los déficits educativos no afectan de manera<br />
homogénea a toda la población de un país sino que, de modo sistemático, castigan más a las<br />
poblaciones más vulnerables y hacen parte de su condición de marginalidad.<br />
En efecto, la información considerada en este informe muestra diferencias sistemáticas<br />
en contra de la población rural, de las poblaciones originarias y de los sectores de menores<br />
ingresos, en particular los indigentes. Los déficits educativos son parte de una estructura social<br />
de marginación sistemática de determinados grupos de la población y, en ese sentido, la educación<br />
no está siendo capaz de ayudar a compensar otras diferencias sociales, sino que contribuye<br />
a reproducirlas.<br />
Por otro lado, la información disponible muestra que las diferencias educativas son<br />
sistemáticamente más fuertes cuando son vistas en r<strong>el</strong>ación con los ingresos económicos y<br />
condición de pobreza extrema y son menores con r<strong>el</strong>ación a la zona de residencia, la pertenencia<br />
étnica y <strong>el</strong> género.<br />
En efecto, como lo muestra <strong>el</strong> gráfico siguiente, para la conclusión de cada niv<strong>el</strong><br />
educativo en la población en edades de egreso reciente, los índices de paridad más bajos se<br />
encuentran de modo consistente en las desagregaciones por ingresos. Así, incluso los valores<br />
más altos de los índices de paridad de estas desagregaciones tienden a ser menores que los<br />
registrados en las otras, incluso en <strong>el</strong> caso de la conclusión de la educación primaria.<br />
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