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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
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llevar el mensaje de un orden social racional a los hombres todavía esclavos de la superstición<br />

tiene una fuerza sublime. Bien podría dicha embarcación haber merecido el epíteto de «balsa de<br />

las estrellas» (xing cha) aplicado mucho tiempo después en la lengua china para designar los<br />

barcos de los embajadores. Y bien podría haber llegado hasta las costas de México. (Joseph<br />

Needham, Science and Civilization in China, Cambridge, 1971, vol. 4, parte 3, 396).<br />

Sobre las grandes expediciones marítimas patrocinadas por el imperio chino, las<br />

expediciones dc Zheng He entre 1405 y 1433, véase Louise Levathes, When China Ruled<br />

the Seas: The Treasure Fleet of the Dragon Throne, New York, Simon and Schuster, 1994.<br />

5.8. Gongxi Chi: discípulo de <strong>Confucio</strong>; su nombre de cortesía era Zihua. Era famoso por<br />

su conocimiento de los asuntos de etiqueta.<br />

5.9. No te puedes comparar a él, pero tampoco yo: literalmente, «tú y yo no le<br />

igualamos»: esta frase podría también interpretarse: «estoy de acuerdo, es mejor que tú.»<br />

Todo depende de cómo se lea la palabra yu, una de las más ambiguas del lenguaje de esa<br />

época. (Analizando el texto de Gongyang zhuan, Goran Malmqvist identificó nueve<br />

significados diferentes para este carácter. Véase su estudio «¿Qué dijo el Maestro?», en D.<br />

T. Roy y T. H. Tsien, recopiladores, Ancient China: Studies in Civilisation, Hong Kong, 1978,<br />

137-55. Aquí yu es la conjunción «y» («tú y yo no lo igualamos»), o es un verbo: conceder,<br />

aprobar («estoy de acuerdo contigo, no somos tan buenos como él»). Gramaticalmente, la<br />

primera solución (que es la adoptada aquí) parece más probable; sin embargo, la idea de<br />

que el mismo Maestro podría haber confesado su inferioridad a uno de sus discípulos era<br />

inaceptable para muchos de los confucianos devotos que, por ello, optaron por la segunda<br />

interpretación.<br />

5.11. Shen Cheng: ¿discípulo de <strong>Confucio</strong>? Algunos comentaristas piensan que puede<br />

tratarse de Shen Dang, al que Sima Qian incluyó como discípulo en el Shi ji.<br />

5.13. La naturaleza de las cosas: en chino, xing es «naturaleza». Una gran mayoría de<br />

comentaristas lo interpretan como ren xing, «naturaleza humana», pero el problema consiste<br />

en que dicha interpretación está en contradicción flagrante con lo que <strong>Confucio</strong> enseñaba<br />

realmente. Es verdad que <strong>Confucio</strong> siempre evitó hablar de cuestiones sobrenaturales, pero<br />

la naturaleza humana, por el contrario, era para él un tema de investigación, observación y<br />

reflexión constantes. Por ello parecería más apropiado adoptar el significado primitivo y más<br />

esencial de xing como natura rerum, la esencia de la realidad.<br />

<strong>Confucio</strong> sin duda habría aprobado la frase de Wittgenstein («De aquello que no se<br />

puede hablar, debe uno callarse»). La negativa a hablar de lo inexpresable no implica la<br />

negación de su existencia, sino todo lo contrario. Diversos pasajes de las Analectas sugieren<br />

el poderoso impulso místico que inspiró al Maestro y que sólo podía expresar<br />

adecuadamente el silencio (véase, por ejemplo, el pasaje 17.19). Las palabras tenían que<br />

limitarse al ámbito político, social, psicológico, cultural e histórico (wen zhang).<br />

5.15. Kong el Civilizado: Kong Yu, el alto funcionario de Wei, al que se le dio<br />

póstumamente el nombre de «Civilizado». Parece que su conducta privada había sido<br />

cuestionable (según el Zuo zhuan), y esto puede explicar la perplejidad de Zigong.

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