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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
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utilidad práctica. La intención exacta de Wangsun Jia no está clara. Puede que esté pidiendo<br />

consejo sobre el ascenso en su propia carrera: ¿debería cortejar al duque solicitándole<br />

favores («el dios de la casa») o a su favorito («el dios de la cocina»)?, o también puede<br />

significar, bajo el disfraz de una pregunta, que está haciendo una advertencia velada a<br />

<strong>Confucio</strong>: no confíes demasiado en el duque; si quieres triunfar aquí, es conmigo con el que<br />

tienes que tratar. La cuestión puede ser ambigua, pero la respuesta es clara: <strong>Confucio</strong><br />

condena cualquier maniobra oportunista, pues la única política correcta es seguir los dictados<br />

de la moral.<br />

3.15. Este individuo: literalmente, «el hijo del hombre de Zou». (El padre de <strong>Confucio</strong><br />

había ocupado un puesto oficial en la ciudad de Zou). Esta forma de hablar de alguien era<br />

insultantemente informal.<br />

3.16. No importa atravesar o no el blanco: al contrario, por ejemplo, de lo que ocurriría en<br />

el caso de un arquero militar. Un caballero se contenta simplemente con alcanzar el blanco;<br />

no se trata de un concurso de fuerza, sino de una práctica ritual. Es ésta la concepción que<br />

permaneció viva en Japón, donde posteriormente el tiro con arco ritual se admiraría mucho<br />

por parte de los ingenuos peregrinos occidentales contemporáneos en búsqueda del<br />

«misticismo oriental» (véase, por ejemplo, Zen y el arte del tiro al arco, de Eugen Herrigel,<br />

que Arthur Koestler satirizó cruelmente en El loto y el robot).<br />

3.17. La Ceremonia de la Luna Nueva: celebraba la transmisión del calendario a sus<br />

vasallos por parte del rey Zhou.<br />

<strong>Confucio</strong> contemplaba con angustia la erosión definitiva de la autoridad real, mientras<br />

que los crecientes conflictos salvajes entre los diversos señores amenazaban el orden de<br />

toda la civilización. <strong>Confucio</strong> aprovechó cualquier oportunidad para manifestar su lealtad a la<br />

dinastía Zhou —que él equiparaba a la civilización— y se dedicó a preservar al menos los<br />

restos simbólicos de su autoridad; éstos se encontraban todavía en diversas ceremonias,<br />

como este sacrificio que Zigong deseaba insensatamente simplificar.<br />

3.19. Duque Ding: de Lu.<br />

3.20. Las águilas pescadoras: es la canción de amor que inicia el Libro de los Poemas<br />

(poema 1). Hay que observar que Yin (traducido aquí como «licencioso»), en su sentido<br />

original, significaba simplemente «exceso». «Alegre sin exceso» sería una traducción<br />

perfectamente defendible; sin embargo, como <strong>Confucio</strong> está comentando un poema<br />

amoroso, parece mejor adoptar un significado en relación con él que es mucho más común.<br />

3.21. Duque Ai: de Lu.<br />

Zai Yu: discípulo de <strong>Confucio</strong>; su nombre de cortesía era Ziwo.<br />

Fir: en el texto original es un castaño (li) lo que permite a Zai Yu hacer su juego de<br />

palabras sobre la gente que debe «temer» (li).

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