ANALECTAS-Confucio
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.
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NOTAS AL CAPÍTULO 1<br />
1.1. A su debido tiempo: o «en el tiempo prescrito» (este significado se encuentra en<br />
Mencio) *. La interpretación de Zhu Xi «todo el tiempo», «constantemente», es un<br />
anacronismo, ya que es una lectura de una antigua expresión a la luz errónea de una acepción<br />
posterior.<br />
Caballero: antes de <strong>Confucio</strong>, la palabra junzi (caballero) indicaba simplemente una<br />
posición social. Una de las principales innovaciones del pensamiento de <strong>Confucio</strong> es haber<br />
desprovisto a este concepto de su definición social y de haberlo dotado con un nuevo<br />
contenido progresista y puramente ético. Esta transformación tuvo implicaciones profundas y<br />
radicales, puesto que más adelante pondría en cuestión los fundamentos estructurales del<br />
aristocrático orden feudal. Y ello porque el concepto de una elite hereditaria es sustituido por<br />
el de una elite que no se basaba en el nacimiento o en la riqueza, sino que era<br />
exclusivamente determinada por la virtud, la cultura, el talento, la competencia y el mérito.<br />
Naturalmente, esta transformación no se hizo de una vez; a lo largo de las Analectas pueden<br />
identificarse diversas fases de este concepto. En algunas partes, junzi todavía se utiliza<br />
exclusivamente en su sentido original y estrictamente social; pero con más frecuencia se<br />
encuentra en un sentido ambiguo, que mezcla el rango social y la cualidad moral. La<br />
originalidad del punto de vista confuciano se revela plenamente en muchos casos en los que<br />
se desarrolla únicamente la dimensión moral de este concepto: desde el punto de vista ético,<br />
un plebeyo puede lograr la cualidad de «caballero», mientras que un aristócrata puede<br />
perder la atribución de ese título.<br />
Al reflexionar sobre la evolución de las palabras en la cultura occidental, C. S. Lewis hizo<br />
algunas observaciones que vienen aquí muy al caso:<br />
Las palabras que originalmente se referían al rango de una persona —a la posición legal, social o<br />
económica y a los atributos hereditarios que a menudo se han asociado con aquél— tienen tendencia<br />
a convenirse en palabras que denotan un tipo de carácter y conducta. Las que implican una posición<br />
superior pueden convertirse en términos de elogio; las que implican una posición inferior, en términos<br />
de desaprobación. Caballeroso, cortés, franco, generoso, gentil, liberal y noble son ejemplos de las<br />
primeras; ejemplos de las segunda son innoble, villano y vulgar...<br />
Muchos lo diagnosticarán como un síntoma del inveterado esnobismo de la raza humana; y, sin<br />
duda, las connotaciones del lenguaje casi nunca son igualitarias. Pero esto no es todo: pues también<br />
intervienen otros dos factores. El primero es el optimismo, la creencia, o al menos la esperanza, de los<br />
seres humanos de que los que son superiores socialmente son también superiores o mejores en el<br />
plano personal. En segundo factor es mucho más importante. Una palabra como nobleza empieza a<br />
cuajar su significado ético-social cuando no se refiere simplemente a la posición de alguien, sino a las<br />
maneras y al carácter que se piensan que son apropiados a dicha posición. Pero la mente no puede<br />
considerar mucho tiempo esas maneras y ese carácter sin verse forzada a la reflexión de que a veces<br />
existen deficiencias en aquellos que son nobles por posición, pero que en ocasiones están presentes<br />
en los que no lo tienen. Así, desde el principio, el significado ético-social, por el simple hecho de<br />
existir, está abocado a separarse del significado de posición. En consecuencia, a partir de Boecio se<br />
generaliza en los escritos europeos que la verdadera nobleza se halla dentro, que la villanie, y no la<br />
posición, es lo que hace al villano, que existen los «nobles sin nobleza» y que «noble es quien actúa<br />
noblemente». El fenómeno lingüístico que estamos considerando es, por ello, tanto una superación,<br />
* Mencio, o Meng Ko, fue uno de los principales discípulos de <strong>Confucio</strong>, sus doctrinas se encuentran en el cuarto de<br />
los Cuatro Libros, (N. del T.)