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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.

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Lin Fang: encontrado previamente en el pasaje 3.4. Es difícil entender qué está haciendo<br />

aquí. Para algunos comentaristas, Lin Fang —que, como hemos visto, se interesaba por los<br />

asuntos concernientes al ritual— puede haber representado el nivel más esencial de<br />

conocimiento en este ámbito: incluso una persona ordinaria como Lin Fang tenía suficiente<br />

conocimiento para percibir la insolencia del cabeza del clan Ji; si el espíritu del Monte Tai<br />

aprobase el sacrificio de éste, mostraría incluso menos discernimiento que Lin Fang (esta<br />

explicación parece algo forzada, pero no tenemos nada mejor que ofrecer...).<br />

3.7. Un caballero evita la competición: la desaprobación moral de la competición y de la<br />

agresividad, así como la actitud de evitar cualquier complicación directa llegaron a imprimirse<br />

profundamente en la psicología china a lo largo de siglos de educación confuciana. A<br />

cambio, esta actitud conduciría al rechazo moderno del confucianismo, al que los<br />

intelectuales revolucionarios culparon de la incapacidad de China para luchar eficazmente<br />

contra el imperialismo occidental. (A finales del siglo XIX, un firme conservador como Lin Shu<br />

—que fue el introductor de gran talento y muy influyente de la literatura europea en China—<br />

arguyó que la sociedad china podía útilmente «aprender del espíritu combativo de los<br />

bandidos occidentales para protegerse contra la agresión extranjera». Con este mismo<br />

propósito, tradujo con enorme éxito no menos de once novelas de H. Rider Haggard —su<br />

autor extranjero favorito—. Así es como las novelas Joan Haste, Ella, Ayesha, Las minas del<br />

rey Salomón, etc., llegaron a tener un impacto moral y cultural en China que su creador<br />

difícilmente hubiera podido imaginar.<br />

3.8. ¡Los hoyuelos...! los primeros dos versos pertenecen al Libra de los Poemas (poema<br />

57); el tercero no ha sido identificado.<br />

3.10. No deseo ver el resto: este sacrificio tenía que haber seguido siendo un privilegio<br />

exclusivo de los reyes Zhou, pero un simple señor feudal como el duque de Lu se atrevía<br />

entonces a celebrarlo, provocando así la indignación de <strong>Confucio</strong>, que se negaba a ser<br />

testigo de tal escándalo.<br />

3.11. No lo sé: <strong>Confucio</strong> no sólo se niega a asistir a este sacrificio, realizado en<br />

condiciones vergonzosas, sino que además finge no entender nada de él. Un mundo en el<br />

que los vasallos pueden usurpar las prerrogativas de su señor sin suscitar la condena<br />

universal es un mundo confuso. Cualquiera que pudiera percibirlo claramente estaría en una<br />

posición de ponerlo de nuevo en orden.<br />

3.12. El sacrificio implica presencia: en chino, ji ru zai significa literalmente «sacrificar<br />

como si se estuviera presente». El laconismo de esta afirmación ha dado lugar a diversas<br />

interpretaciones, ninguna de las cuales parece plenamente convincente. Arthur Waley piensa<br />

que es un juego de palabras; su explicación es muy inteligente, pero el verdadero problema<br />

estriba en que sus explicaciones son a veces demasiado inteligentes a medias...<br />

3.13. Wangsun Jia: ministro del duque Ling de Wei, a cuya corte <strong>Confucio</strong> había acudido<br />

en búsqueda de empleo. El dicho proverbial que Wangsun Jia está citando aquí es una<br />

expresión de la sabiduría cívica popular: más vale congraciarse con los criados que pueden<br />

alimentarlo a uno que con el amo, cuya benevolencia distante puede no tener ninguna

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