ANALECTAS-Confucio
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.
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nota 10.25.<br />
1.10. Ziqin: nombre de cortesía de Chen Gang, al que encontraremos otras dos veces<br />
(16.13 y 19.25). No parece haber sido discípulo de <strong>Confucio</strong>, aunque la opinión de los<br />
comentaristas no es unánime en este punto.<br />
1.11. Zigong: nombre de cortesía de Duanmu Si, discípulo de <strong>Confucio</strong>.<br />
1.12. Practicar el ritual: los ritos representan un valor confuciano fundamental, más o<br />
menos equivalente a nuestro concepto de «civilización». En un nivel formal, constituye una<br />
especie de liturgia, pero, al igual que en nuestros propios ritos litúrgicos, estas formas,<br />
cuando se entienden y se realizan apropiadamente, no son superficiales: son eficaces y<br />
operativas, regulan y enseñan. Cuando la práctica ritual se hace laxa, la civilización empieza<br />
a erosionarse y los bárbaros entran a hurtadillas en ella. (Véase también la nota 12.1.)<br />
La armonía no puede buscarse por sí misma: esto recuerda a San Agustín (Confesiones,<br />
X, 33) que desarrolló sentimientos ambivalentes respecto a la belleza de la música sacra. Al<br />
final, sospechaba que le emocionaba más el canto en sí mismo que las palabras que se<br />
cantaban, y esto podía convertirse en una especie de complacencia pecaminosa.<br />
1.13. El mejor apoyo...: toda la frase es oscura; el texto original probablemente se ha<br />
corrompido. Comentaristas y traductores han retorcido y «torturado» estas pocas palabras<br />
enigmáticas con la esperanza de extraer de ellas unas gotas de sentido. Entre los<br />
comentaristas chinos modernos, los guías más confiables están de acuerdo generalmente en<br />
interpretar yin y zong en el sentido de «confiar en», «seguir a». Otros creen que yin podría<br />
sustituir a otro carácter con la misma pronunciación, que significa «casarse»; interpretan la<br />
frase como un precepto referente a la elección de una «novia adecuada» (ke qin), digna de<br />
ser presentada a los «antepasados» (zong). Existen además otras interpretaciones, todas<br />
ellas de lo más ingenioso e imaginativo. Por mi parte, prefiero no unirme a esta competición.<br />
Debe haber sido este tipo de debate el que inspiró el comentario de J. L. Borges:<br />
Hacia 1916 decidí dedicarme al estudio de las literaturas orientales. Cuando estaba leyendo con<br />
un crédulo entusiasmo la traducción inglesa de cierto filósofo chino, caí sobre el siguiente y<br />
memorable pasaje: «Poco le importa al condenado a muerte caminar al borde de un precipicio; ya ha<br />
renunciado a vivir.» A esa frase, el traductor le había añadido un asterisco, indicando que su<br />
interpretación era preferible a la de un sinólogo rival que había traducido: «Los sirvientes destruyen las<br />
obras de arte para no tener que atribuirles sus méritos y defectos.» En este punto, lo mismo que Paolo<br />
y Francesca, ya no seguí leyendo. Un misterioso escepticismo se había deslizado en mi alma.<br />
(Oeuvres Completes, Paris, Gallimard-Pléyade, 1993, Vol. 1, p. 1183).<br />
1.15. Poemas: el Libro de los Poemas es una antología supuestamente recopilada por<br />
<strong>Confucio</strong>; comprende canciones populares e himnos ceremoniales (sobre su uso e<br />
interpretación, véase la nota 2.2).<br />
La cita de Zigong se refiere al Poema 55 (edición Mao, utilizada aquí para posteriores<br />
referencias), que describe cómo manifiesta un noble su dignidad. La lección moral a extraer<br />
de estas líneas era que un caballero debía controlar y mejorar su carácter constantemente.