ANALECTAS-Confucio
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.
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que es un experto poeta, y es una mala señal cuando no se ha recurrido a él al tratar de juzgar<br />
unos versos.<br />
* * *<br />
Honnéte homme ([sic], hombre honrado y virtuoso): lo que deberíamos poder decir de<br />
alguien no es que es un «matemático», un «predicador», o que es «elocuente», sino que es un<br />
«hombre honrado». Sólo esta cualidad universal me complace. Mal signo es el que, cuando se ve<br />
a un hombre, lo primero que se recuerde sea su libro; yo preferiría que no destacase ninguna<br />
cualidad particular, a menos que las circunstancias y la oportunidad la llamasen a aplicarla (sin<br />
exceso), por temor a que una determinada cualidad pueda predominar y generar una etiqueta. No<br />
se pensaría en él como alguien elocuente a menos que se necesite la elocuencia, pero, en ese<br />
caso, él debería ser el orador que elegiríais.<br />
* * *<br />
Siempre imaginamos a Platón y a Aristóteles con solemnes togas académicas. Pero eran<br />
personas cabales y, como tales, solían disfrutar y reírse con sus amigos; y cuando se solazaron<br />
componiendo sus Leyes y su Política, lo hicieron por diversión; de hecho, era la parte menos<br />
filosófica y seria de su vida; la más filosófica era vivir sencilla y tranquilamente. Si escribieron<br />
sobre política fue como si trataran de arreglar un manicomio. Y si aparentaron hablar de ello<br />
como algo muy importante, era porque sabían que los locos a los que se dirigían se creían reyes<br />
y emperadores.<br />
9.3. La capa ceremonial debe estar hecha de cáñamo: tradicionalmente, debía estar<br />
tejida con 2.100 hilos, obtener estos hilos tan finos de cáñamo era un proceso muy laborioso,<br />
mientras que la seda era un material más manejable. Como este requisito era puramente<br />
formal, a <strong>Confucio</strong> no le importaba que se adoptase una solución moderna más rápida. Sin<br />
embargo, el saludo ritual tenía como finalidad demostrar respeto y, en este punto, <strong>Confucio</strong><br />
no estaba dispuesto a transigir.<br />
9.5. El Maestro fue detenido en Kuang: Kuang era una ciudad fronteriza en la que<br />
<strong>Confucio</strong> estuvo a punto de caer en manos de una multitud que quena lincharlo, porque lo<br />
habían confundido con Yang Huo, un aventurero que había saqueado la región.<br />
9.8. Mi mente quedó en blanco... hasta que comprendí algo: estoy siguiendo básicamente<br />
la traducción de D. C. Lau; estoy de acuerdo con su afirmación de que: «Todo este pasaje es<br />
extremadamente oscuro y la traducción es aproximada.»<br />
9.9. El Fénix no llega, el Río no hace aparecer ningún carruaje: éstos eran dos presagios<br />
propicios que anunciaban la llegada de un sabio y el alba de una era de paz universal.<br />
<strong>Confucio</strong> creía que el Cielo lo había investido de una misión cósmica; en la vejez, empezó a<br />
darse cuenta de que su tiempo se acababa y de que ya no le quedaba ninguna oportunidad<br />
de realizar la misión para la que se había preparado toda su vida.<br />
9.10. Respetuosamente se apartaba a un lado: literalmente, «apresuraba el paso» (como<br />
marca de respeto), que he traducido libremente sustituyendo la expresión por algo<br />
equivalente en la actualidad.<br />
9.13. Una preciosa pieza de jade: símbolo de los talentos del sabio. <strong>Confucio</strong> no tiene<br />
intención de ser modesto, es decir, de ocultar su pieza de jade en una caja. Si no sigue una<br />
carrera pública, no es por no haberlo intentado. Está todavía esperando a un príncipe