ANALECTAS-Confucio
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.
- TAGS
- analectas
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
deja manipular.»<br />
2.16. Abordar una cuestión por el lado equivocado...: aquí el texto original no está<br />
corrompido, pero su interpretación plantea problemas fascinantes. Este pasaje puede leerse<br />
de varias formas, ¡y a veces éstas dan sentidos opuestos! Todo depende cómo se aborde la<br />
sintaxis y qué sentido se dé a las tres palabras gong, yiduan, y yi. La interpretación más<br />
común es: «dedicarse al estudio de las doctrinas heterodoxas es ciertamente dañino.» Gong<br />
tiene dos significados posibles: «atacar» y «estudiar». Pero ¿se utilizaba ya este último<br />
sentido en la época de las Analectas? Además de en este pasaje, se encuentra la palabra<br />
gong otras tres veces en las Analectas, cada vez con el sentido de «atacar». Yiduan significa<br />
literalmente «en otro extremo»; más adelante llegó a significar «doctrina heterodoxa»,<br />
«herejías». Si se considera que no había confucianismo en la época de <strong>Confucio</strong> y, por tanto,<br />
poca posibilidad de herejía, podría sugerirse una interpretación alternativa: «doctrina<br />
errónea». Sin embargo, esto deja sin resolver el siguiente problema gramatical: ¿por qué unir<br />
el complemento directo «doctrina» al verbo (gong) con una preposición (bu)?<br />
Qian Mu propuso una solución ingeniosa, manteniendo gong en su sentido original de<br />
«atacar», «oponerse», y yiduan en su sentido concreto «en otro extremo», y como sentidos<br />
derivados, «en otro lado», «en otra parte», «el que contradice». En castellano podría<br />
parafrasearse su interpretación como: «persistir incansablemente en refutar a los que<br />
contradicen es sin duda dañino». Pero ¿no es esta hermosa interpretación (que<br />
gramaticalmente es impecable) ideológicamente parcial, por reflejar la fe confuciana de un<br />
gran erudito tradicional? ¿No está acaso Qian Mu decidido a toda costa a presentar a<br />
<strong>Confucio</strong> como un defensor ilustrado de la tolerancia? En el campo opuesto, Yang Bojun, un<br />
erudito de la República Popular, que está libre de los prejuicios teológicos y que considera<br />
las Analectas desde el punto de vista desapasionado del lingüista, del gramático y del<br />
historiador social, propone una interpretación radicalmente nueva de este pasaje: «Ataca las<br />
doctrinas erróneas (o, si se prefiere, «aplasta las herejías») y pondrás fin a todos los males.»<br />
En esta lectura, hai («males») es un sustantivo, complemento de yi, que ya no funciona como<br />
partícula final, sino coma verbo, «detener» o «parar». Esta osada interpretación podría tener<br />
implicaciones perturbadoras para nuestra comprensión de la personalidad de <strong>Confucio</strong>, ¡que<br />
aparecería entonces como una especie de terrible ayatolá!<br />
Pero todavía deja dos problemas gramaticales sin resolver. El primero ya ha sido<br />
mencionado: ¿cuál seria entonces la función de la preposición bu? El segundo se refiere a yi:<br />
esta palabra se encuentra continuamente en las Analectas, como verbo que significa<br />
«detener», «parar»; lo que nos encontramos en este pasaje, sin embargo, no es sólo yi, sino<br />
la expresión compuesta yeyi, que en las Analectas siempre se utiliza simplemente para<br />
señalar el final de una frase y no tiene significado propio.<br />
2.17. Zilu: nombre de cortesía de Zhong You, discípulo de <strong>Confucio</strong>. Activo e impetuoso,<br />
Zilu tenía un carácter vivo, y, entre todos los discípulos, su personalidad destaca de un modo<br />
parecido a la de San Pedro en los Evangelios.<br />
Estar al tanto de lo que sabes y de lo que no sabes es ciertamente conocer: en uno de<br />
los cuadernos de Victor Hugo (publicado póstumamente) existe una observación que ofrece<br />
el corolario a esta afirmación: «Hay dos formas de ignorar las cosas: la primera es<br />
desconociéndolas; la segunda es desconociéndolas, creyendo al mismo tiempo que se las<br />
conoce. Esta segunda forma de ignorancia es peor que la primera.» [Victor Hugo: Océan,