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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
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periodo.

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NOTAS AL CAPÍTULO 19<br />

19.2. ¿Podríamos realmente decir que...?: mi traducción de esta última frase es más bien<br />

libre, pero no veo otro modo de darle sentido.<br />

19.3. Si yo tuviera una gran sabiduría, ¿a quién no toleraría?: es un signo de mediocridad<br />

encontrar a otras personas mediocres. Pascal lo señaló también: «Cuanto más inteligente es<br />

uno, más hombres originales encuentra. Las personas ordinarias no encuentran diferencias<br />

entre los hombres» (Pensamientos, recopilados por Kaplan, p. 1444; recopilación de Lafuma,<br />

p. 510).<br />

19.4. Disciplinas menores: literalmente, «vías menores», es decir, competencias<br />

especializadas que, para el humanista confuciano, constituyen caminos laterales que corren<br />

el riesgo de apartarlo de la Vía universal. Sobre este punto, véase el texto y la nota 2.12.<br />

19.8. Un hombre del vulgo siempre intenta encubrir sus errores: son posibles otras<br />

interpretaciones; véase, por ejemplo, la de Waley: «Cuando el hombre común se equivoca,<br />

siempre es por el lado de la excesiva elaboración.»<br />

19.13. Tiempo libre: hay que señalar que las traducciones más tradicionales<br />

habitualmente prefieren transcribir «la energía sobrante»; pero «tiempo libre» tiene un apoyo<br />

filológico y filosófico. Este concepto (you) es muy similar al que los antiguos griegos llamaron<br />

scholé para describir el estado de una persona que se pertenece a sí misma, que tiene libre<br />

disposición de sí. (La palabra griega scholé no sólo significa reposo u ocio, sino también la<br />

forma en que éste se utiliza: estudiar, aprender; por extensión, designa también el lugar en<br />

donde se estudia y se aprende: el aula o la escuela. La palabra castellana «escuela»<br />

procede, a través del latín, de la palabra griega scholé).<br />

De este pasaje podemos deducir que, desde el punto de vista confuciano, tanto la política<br />

como la cultura, son hijas del ocio o tiempo libre; por ello, constituyen el terreno del caballero,<br />

que es el único que posee tiempo libre. El mismo punto de vista se desarrolló en la Grecia<br />

clásica. En uno de los diálogos de Platón, Sócrates pregunta: «¿Acaso somos esclavos o<br />

tenemos tiempo libre?» Bernard Knox ha comentado: «El tiempo libre se consideró como la<br />

condición indispensable de la buena vida y la condición característica de los hombres libres.<br />

Por ello, el siguiente proverbio griego es toda una definición: "Los esclavos no tienen tiempo<br />

libre".» De Grecia, esta idea pasó a Roma. El mismo concepto de «artes liberales» encarna<br />

la asociación entre los objetivos culturales y la condición del hombre libre (liber), como<br />

opuesto al esclavo (cuyas capacidades pertenecen a la esfera inferior de la actividad práctica<br />

techné (term). Véase Bernard Knox, The Oldest Dead White European Males and Other<br />

Reflections on the Classic, Nueva York, Norton, 1993, pp. 79 y 104).<br />

Estos puntos de vista fueron mantenidos en la cultura europea. Samuel Johnson estaba<br />

simplemente afirmando la evidencia del sentido común cuando señalaba que «todo progreso<br />

intelectual surge del tiempo fibre» (Boswell, Life of Johnson, anotación de 13 de abril de<br />

1773). Pero un siglo después, Nietzsche iba a señalar la erosión de ocio civilizado, bajo lo<br />

que consideraba ser una nociva influencia norteamericana:

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