ANALECTAS-Confucio
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.
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NOTAS AL CAPÍTULO 8<br />
8.1. Taibo: hijo mayor del antepasado fundador de la dinastía Zhou. Dimitió<br />
voluntariamente en favor de su hermano menor, para permitir al hijo de éste que pudiera<br />
suceder después al trono (bajo el nombre de rey Wen), para seguir el deseo no expresado<br />
del Antepasado. Renunciar al poder es la virtud suprema de un hombre de Estado, y es<br />
sublime, en este caso, por haberse hecho en el mayor de los secretos.<br />
8.3. Mirad mis pies. Mirad mis manos: la piedad filial exigía que un hombre que iba a<br />
morir fuese capaz de presentar en un estado de total integridad el cuerpo que había recibido<br />
de sus padres al nacer.<br />
Poemas: véase el Libro de los Poemas, poema 195.<br />
8.4. Triste es el canto de un pájaro que está a punto de morir; verdaderas las palabras de<br />
un hombre al borde de la muerte: «Las lenguas de los que van a morir / imponen atención,<br />
como la armonía profunda» (Shakespeare, Ricardo II, 2, 1). En la cultura europea, el mito del<br />
canto del cisne tiene su origen en<br />
Platón: «Pues los cisnes, cuando se dan cuenta que deben morir, tras haber cantado a lo<br />
largo de toda su vida, cantan entonces con más fuerza que nunca» (Fedro, 85a). Es común a<br />
toda la humanidad la creencia de que las «últimas palabras» deben estar cargadas de<br />
especial sabiduría, aunque parezca ir en contra de obvias dificultades físicas y psicológicas,<br />
ya que el morir es normalmente un asunto absorbente que deja muy poca fuerza y muy poco<br />
del precioso tiempo que queda para lanzar solemnes declaraciones.<br />
Quien mejor expresó tal vez la necesidad y la imposibilidad de pronunciar unas últimas<br />
palabras de peso fue Pancho Villa. Cuando el revolucionario mexicano yacía moribundo,<br />
víctima de un asesino (1923), rogó a un periodista: «No deje que acabe así su artículo.<br />
«Dígales que dije ago.» (Karl S. Guthke, Last Words: Variations on a Theme in Cultural<br />
History, Princeton, 1992, 10).<br />
8.5. Tuve un amigo: los comentaristas tradicionales creen que fue Yan Hui.<br />
8.9. Podéis hacer que los demás sigan la Vía, pero no podéis hacer que la entiendan: los<br />
admiradores modernos de <strong>Confucio</strong> quedan consternados ante el carácter antidemocrático<br />
de esta afirmación; por ello, se han esforzado por interpretarla de una forma diferente,<br />
modificando su puntuación. (En lugar de leer Min ke shi you zhi, bu ke shi zhi zhi, leen Min<br />
ke, shi you zhi; bu ke, shi zhi zhi). La sintaxis, sin embargo, no autoriza estos intentos.<br />
8.10. Un hombre valiente quizá se rebele: según la moral confuciana, la rebelión es el<br />
crimen más execrable.<br />
8.18. Yu: el santo que fundó la mítica dinastía Xia (tercer milenio antes de Cristo). En<br />
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