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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
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periodo.

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Sancho, I, 7).<br />

17.10. Su hijo: literalmente, Boyu.<br />

La primera y la segunda parte de los Poemas: literalmente, Zhou nan y Shao nan.<br />

17.11. Como si el ritual consistiera en meras...: véase el pasaje 3.3.<br />

17.17. La charla ingeniosa...: repite el pasaje 1.3.<br />

17.18. Púrpura: color derivado, mientras que el bermellón es un color primario. Todo el<br />

pasaje parece referirse a la complejidad que pervierte la simplicidad.<br />

Música popular: literalmente, «la música de Zheng», ya condenada en el pasaje 15.11.<br />

17.19. Ya no quiero hablar más: para ampliar los comentarios de este espléndido pasaje,<br />

véase en la Introducción, «Los silencios de <strong>Confucio</strong>».<br />

El concepto de enseñanza sin palabras fue cultivado más comúnmente dentro de la<br />

tradición taoísta (véase, por ejemplo, Lao Tse: «Quien habla no sabe, pero quien sabe no<br />

habla»). Posteriormente fue desarrollado por la Escuela del Budismo Chan (Zen). El Chan<br />

fue llevado a China en el año 520 a. de C. por el misionero indio Bodhidharma, que, según<br />

una Escritura tardía, pertenecía a una tradición que se remontaba Kasyapa, discípulo del<br />

Buda: un día, en lugar de predicar, el Buda cogió una flor y sonrió. Sólo Kasyapa entendió<br />

esta comunicación sin palabras y, a su vez, utilizando un método similar, lo transmitió a sus<br />

propios discípulos, estableciendo así la transmisión de la enseñanza Chan.<br />

Nietzsche hubiera apreciado esta afirmación de <strong>Confucio</strong>, puesto que escribió (en La<br />

gaya ciencia, IV, 340) que «admiraba el valor y la sabiduría de Sócrates en todo lo que hizo,<br />

dijo y no dijo», pero también que «hubiera admirado a Sócrates aún más si hubiera guardado<br />

silencio los últimos momentos de su vida».<br />

17.20. Ru Rei: un personaje de Lu, del que casi no se sabe nada.<br />

<strong>Confucio</strong> declina la invitación con la excusa intachable de estar enfermo; pero<br />

simultáneamente deja perfectamente claro que no lo está. El insulto educado puede ser más<br />

prudente, pero también es la forma suprema de insulto; aquí parece que <strong>Confucio</strong> era<br />

también un gran maestro de este arte sutil.<br />

17.21. Zai Yu: poseía algún talento, pero en el mismo ámbito del que <strong>Confucio</strong><br />

desconfiaba: la elocuencia (véase el pasaje 11.3). Para <strong>Confucio</strong>, la actuación de Zai Yu era<br />

generalmente desagradable (véase, por ejemplo, los pasajes 3.21 y 5.10) y evoca un tipo de<br />

mente que se ha hecho demasiado común en nuestra actual cultura, el «bruto<br />

especializado».<br />

Tres años de duelo por los propios padres: normalmente la persona que estaba de duelo

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