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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
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periodo.

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NOTAS AL CAPÍTULO 12<br />

12.1. Restaurar los ritos: el concepto de «ritos» o «ritual», que aparece constantemente<br />

en las Analectas, es de una importancia fundamental en el pensamiento confuciano. Aunque<br />

para muchos lectores occidentales puede tener una connotación curiosa o exótica, de hecho<br />

es muy equivalente a lo que hoy simplemente llamaríamos «civilización». El concepto de<br />

civilización tiene tal relevancia universal y permanente que a duras penas nos percatamos de<br />

que la misma palabra es de cuña bastante reciente y de que, en diferentes épocas y en<br />

diferentes culturas, se utilizaban en su lugar otros términos. Por ejemplo, cuando Samuel<br />

Johnson estaba preparando la cuarta edición de su gran diccionario, explicaba a Boswel que<br />

«él no admitía civilización, sino sólo civilidad» * (Boswel, Life of Johnson, anotación del 23 de<br />

marzo de 1772). Civilidad, dicho sea de paso, podría ser una traducción adecuada de la<br />

palabra china li, que hemos traducido como «ritos».<br />

Los ritos desempeñan en la sociedad civilizada el papel que se ha dado a las leyes en el<br />

entorno social en el que se ha roto la moral. A este respecto, la inflación de codificación legal<br />

y la multiplicación de la actividad judicial constituyen realmente un signo paradójico del<br />

embrutecimiento y de la ausencia de leyes morales de una sociedad. (Esta paradoja parece<br />

haber escapado a una escuela muy activista de confucianismo moderno; el gobierno de<br />

Singapur, en su ingenuo, aunque algo equivocado, entusiasmo, dictó leyes para reforzar la<br />

moral confuciana: si los padres sienten que sus hijos no cuidan de ellos ¡pueden ahora llevar<br />

a los tribunales a su poco filial descendencia!). De aquí la hostilidad confuciana hacia el<br />

mismo concepto de ley: las leyes hacen a la gente astuta, refuerzan la inmoralidad y el<br />

cinismo, la crueldad y el espíritu perverso de lucha y competición.<br />

En este mismo sentido, cuando Montesquieu señalaba que «en Europa, la mayoría de las<br />

naciones están todavía regidas por los usos sociales (les moeurs)», que las preservan de los<br />

peligros de la anarquía y de las brutalidades del despotismo (El espíritu de las leyes, VIII, 8),<br />

estaba expresando, sin saberlo, un punto de vista típicamente confuciano. A la inversa,<br />

cuando una nación necesita ser gobernada por una gran cantidad de leyes nuevas, por<br />

medio de una proliferación de regulaciones minuciosas, enmiendas, y enmiendas a las<br />

enmiendas, normalmente se debe a que ha perdido los valores esenciales y ya no está unida<br />

por las tradiciones comunes y las convenciones civilizadas. Para una sociedad constituyen<br />

un síntoma de enfermedad moral la compulsiva actividad legislativa y las constantes<br />

intervenciones judiciales.<br />

12.2. No dejes que el resentimiento entre en los asuntos públicos ni tampoco lo dejes<br />

entrar en los asuntos privados: la oración es ambigua en el texto original; puede significar<br />

tanto «no dejes que los propios resentimientos interfieran en el gobierno de los asuntos»,<br />

«lleva los asuntos de tal manera que tu voluntad no cree resentimiento».<br />

12.3. Sima Niu: véase la nota 12.5.<br />

* Neologismo que no hay que confundir con «civismo». (N. del T.)

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