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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.

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París, Laffont, 1989, 3]. (En realidad, Victor Hugo estaba simplemente parafraseando un viejo<br />

principio de navegación: el marino que no sabe su posición se encuentra en menor peligro<br />

que aquel que, erróneamente, cree conocerla).<br />

2.18. Zizhang: nombre de cortesía de Zhuansun Shi, discípulo de <strong>Confucio</strong>.<br />

2.19. Duque Ai: soberano del ducado de Lu (país de <strong>Confucio</strong>).<br />

2.20. Ji Kang: perteneciente a una de las grandes familias de Lu, era una especie de<br />

maire du palais y ejercía un poder real en el ducado.<br />

2.21. Los Documentos: el pasaje citado aquí por <strong>Confucio</strong> no debe confundirse con el<br />

Libro de los Documentos, tal como se conoce hoy día. El Libro de los Documentos era una<br />

recopilación de edictos y recomendaciones de los primeros soberanos a sus sabios<br />

ministros; fue un libro de texto fundamental de la escuela confuciana.<br />

2.22. Yunta... yugo: más literalmente, la clavija que une el yugo o la yunta al carro y, por<br />

tanto, un pequeño elemento de cuyo uso depende toda la tracción.<br />

2.23. Si la dinastía Zhou tiene sucesores, podremos saber cómo serif, incluso después de<br />

cien generaciones: podría señalarse que, desde la época de <strong>Confucio</strong> hasta hoy, han pasado<br />

exactamente setenta y siete generaciones (si podemos confiar en el árbol genealógico de su<br />

descendiente contemporáneo, Kong Decheng, que nació en 1920).<br />

2.24. Dioses que no son vuestros: hay que venerar sólo a los dioses de la propia tierra<br />

natal (o los espíritus de los propios antepasados). En general, la palabra compuesta guishen<br />

se refiere a los dioses, mientras que gui (utilizado aisladamente) designa con más frecuencia<br />

a los espíritus de los antepasados; sin embargo, en algunos casos gui puede tener el sentido<br />

más amplio de la primera expresión y, según Qian Mu y Yang Bojun, éste parece ser aquí el<br />

caso. De todos modos, el sentido general es claro y encaja con todo lo que sabemos de la<br />

posición de <strong>Confucio</strong> en lo que se refiere a la religión: ilfaut ce qu'il faut. Es decir, hay que<br />

cumplir con las exigencias de la decencia, la moral y el orden social —nada más, ni nada<br />

menos—. Con los dioses y los espíritus no hay que excederse.

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