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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
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13.7. Los estados de Lu y Wei son hermanos: los comentaristas han desarrollado<br />

diversas interpretaciones de esta afirmación. <strong>Confucio</strong> estaba tal vez comparando la<br />

decadencia y el desorden que sufrían en aquella época ambos países.<br />

13.8. Príncipe Jing de Wei: tenía fama de virtuoso. Parece que <strong>Confucio</strong> lo alababa en<br />

esta ocasión por su moderación, y en cada etapa de su vida expresaba mayor satisfacción<br />

de lo que autorizaba su situación real.<br />

13.9. ¡Cuántagente!: véase la nota 13.4. Es una afirmación importante: si la cultura es el<br />

logro que corona a un buen gobierno, sólo puede darse después de que se ha asegurado la<br />

prosperidad material.<br />

13.13. Conducir su vida rectamente, las tareas del gobierno: una vez más, esta<br />

afirmación se basa en un juego de palabras: «conducir rectamente» y «gobierno» son<br />

homófonas (zheng).<br />

13.14. Cuando Ran Qiu acaba de regresar de la corte: Ran Qiu había sido empleado por<br />

la familia Ji, que en realidad había usurpado el poder político. Para <strong>Confucio</strong>, la autoridad de<br />

los Ji era ilegítima y, por ello, la actividad de Ran Qiu no podía ser realmente una<br />

responsabilidad gubernamental.<br />

13.16. Haz feliz a la población local...: véase la nota 13.4.<br />

13.17. Jufu: ciudad del estado de Lu.<br />

13.18. Los hombres íntegros hacen las cosas de una forma diferente: ésta es una<br />

afirmación fundamental del humanismo confuciano. Su importancia no se le escapó a los<br />

primeros enemigos del confucianismo. Los filósofos legalistas (especialmente Han Feizi del<br />

siglo 111 a. de C.), que desarrollaron la teoría del estado totalitario con una implacable lógica<br />

y un brillo intelectual jamás igualados desde entonces (ni siquiera por las ideologías del siglo<br />

)o), se centraron en este pasaje, afirmando que el humanismo era una forma de corrupción<br />

que amenazaba la integridad del estado. En el conflicto entre las lealtades privadas y<br />

públicas, la posición confuciana es vulnerable a los ataques de críticos que no juegan limpio;<br />

pero, para la mente sin prejuicios presenta una compleja sutileza («hay integridad en lo que<br />

hace») que debería resistir a cualquier distorsión política. Nos recuerda la provocativa<br />

afirmación de E. M. Forster sobre la primacía de las relaciones personales que también<br />

llegaría a convertirse posteriormente en un objeto de burla a la luz de los posteriores<br />

escándalos políticos, aunque sigue valiendo la pena considerarla en todo su contexto:<br />

Yo no creo en la Creencia... Sin embargo, tengo que vivir en una Era de Fe... Realmente es<br />

enormemente desagradable. Es sangriento en todo el sentido de la palabra. Y debo mantenerme<br />

firme hasta el final. ¿Por dónde empiezo? Por las relaciones personales. En ellas hay algo<br />

comparativamente sólido en un mundo lleno de violencia y crueldad... Partiendo de [las relaciones<br />

personales], encuentro un poco de orden en el caos contemporáneo. Hay que aficionarse a las<br />

personas y confiar en ellas si no se quiere hacer un fiasco de la vida... Hoy día se menosprecian<br />

las relaciones personales. Se consideran lujos burgueses, productos de mejores tiempos ya

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