ANALECTAS-Confucio
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.
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- analectas
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NOTAS AL CAPÍTULO 17<br />
17.1. Yang Huo: administrador de la familia Ji. En la primera etapa de decadencia del<br />
orden feudal, la autoridad local había sido usurpada por los cabezas de las grandes familias<br />
y después recayó a su vez en manos de sus administradores. Ya hemos sabido (pasaje 16.2)<br />
cuáles eran los puntos de vista de <strong>Confucio</strong> sobre esta alarmante evolución y, por ello, es<br />
fácil de entender por qué no deseaba ver a Yang Huo. Este último intentó forzar el encuentro<br />
haciéndole un presente, ya que todo regalo creaba una obligación ritual para el beneficiario<br />
de agradecerlo con una visita.<br />
Al final del pasaje, la aceptación de <strong>Confucio</strong> sigue siendo ambigua.<br />
17.4. Wucheng, donde Ziyou era gobernador: las palabras «donde Ziyou era gobernador»<br />
no se encuentran en el texto original; los lectores chinos cultos estaban naturalmente al tanto<br />
de esta información.<br />
Oír tocar instrumentos de cuerda y cantar himnos: esto indica una ceremonia ritual que<br />
se celebraba con una solemnidad desmedida respecto a aquel entorno humilde. Al principio,<br />
a <strong>Confucio</strong> le divierte el excesivo celo de Ziyou, pero más adelante comprende el punto del<br />
discípulo, que era también el de Chesterton: «Todas las exageraciones son adecuadas si<br />
exageran la cosa adecuada» («On Gargoyles», en Alarms and Discursions, Londres, 1910).<br />
17.5. Gongshan Furao: administrador de la familia Ji, del que Bi era una fortaleza. Su<br />
rebelión estaba dirigida contra el señor Ji; <strong>Confucio</strong> podía, por ello, creer que ésta podía<br />
proporcionarle la oportunidad de restaurar la autoridad legítima del duque de Lu.<br />
Establecer una nueva dinastía Zhou en el Este: Zhou se había desarrollado originalmente<br />
en el oeste de China; el país de Lu (en la actual provincia de Shantung), donde vivía<br />
<strong>Confucio</strong>, era China oriental. <strong>Confucio</strong> está haciendo aquí una clarísima declaración sobre lo<br />
que cree que es su elevada misión histórica.<br />
17.7. Bi Xi: gobernador de Zhongmou y administrador de una gran familia en el estado de<br />
Jin.<br />
17.8. Amar la humanidad sin amar el conocimiento degenera en necedad: cualquiera que<br />
dude de la permanente relevancia de esta observación deberia echar una ojeada hoy día a la<br />
bufonada que supone toda esa clase de activismo bien intencionado, pero ignorante, que<br />
está tan de moda. La bondad sin información puede causar más estragos que la maldad deliberada;<br />
pero, por una extraña lógica, se presupone demasiado a menudo que la bondad<br />
debería por sí misma conllevar una especie de dispensa de la inteligencia, pero, de hecho,<br />
estas dos cualidades están orgánicamente relacionadas. «La bondad natural es rara, sólo la<br />
inteligencia puede producir la bondad», escribió Jules Renard (Journal, anotación del 5 de<br />
abril de 1903); la misma idea fue desarrollada repetidamente por Proust. Y Unamuno censuró<br />
a Cervantes por haber escrito que Sancho «era un buen hombre, pero sin seso», como si la<br />
bondad y la estupidez fueran compatibles» (Miguel de Unamuno: Vida de don Quijote y