ANALECTAS-Confucio
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.
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filiales debe utilizar una expresión amable y respetuosa cuando atiende las necesidades de<br />
sus padres, o bien que debe ser capaz de interpretar la expresión de sus padres para<br />
adivinar si están complacidos con sus servicios.<br />
Hay que señalar que <strong>Confucio</strong> acaba de dar cuatro respuestas diferentes a una misma<br />
pregunta. Esto es un rasgo característico de su pedagogía: él no enseña nociones<br />
abstractas, sino que ajusta siempre sus enseñanzas a las necesidades concretas y a la<br />
personalidad específica de la persona a la que se está dirigiendo. Posteriormente,<br />
encontraremos ejemplos incluso más sorprendentes del principio de que no debe enseñarse<br />
la misma cosa a dos personas diferentes.<br />
C. G. Jung escribió a un correspondiente: «No todo el mundo necesita conocer lo mismo,<br />
y el mismo conocimiento no debe impartirse nunca a todos de la misma forma. Esto es lo que<br />
falta esencialmente en nuestras universidades contemporáneas: la relación entre maestro y<br />
discípulo.» Cuando se le sugirió que estableciese un centro de investigación para comparar<br />
el pensamiento oriental y occidental, respondió: «Para mí, un Centro académico que dispensa<br />
sabiduría es una total abominación. Hasta donde sé, ni <strong>Confucio</strong> ni Zhuang Zi<br />
dirigieron nunca un centro académico.» (C. G. Jung: Correspondance, vol. I, 1906-1930,<br />
Paris, Albin Michel, 1927).<br />
2.9. Yan Hui: discípulo favorito de <strong>Confucio</strong>. Su nombre de cortesía era Ziyuan.<br />
2.12. Una vasija: podría también traducirse «un utensilio» o «una herramienta», pero la<br />
idea es la misma: la capacidad de un caballero no es tan limitada como la de un recipiente;<br />
sus capacidades no están limitadas a una función reducida y concreta, como una<br />
herramienta que está diseñada sólo para una actividad concreta. La meta universal del<br />
humanismo confuciano debería tener para nosotros una relevancia particular hoy día, en que<br />
nuestras universidades actuales parecen ocuparse cada vez más del simple entrenamiento<br />
de «brutos especializados».<br />
El funcionariado que actuó en China con gran eficiencia durante 2.000 años encarnaba el<br />
ideal confuciano: los funcionarios eran seleccionados por medio de un sistema de exámenes,<br />
que verificaba sobre todo su conocimiento de los clásicos y su talento literario. Con ese<br />
equipamiento intelectual, se suponía que un gobernador local podía despachar sin ayuda de<br />
nadie todos los asuntos de un gran territorio y con una vasta población, desempeñando<br />
simultáneamente las funciones de administrador, juez, ingeniero, economista, oficial de<br />
policía, agrónomo, arquitecto, comandante militar, etc. (y hay que añadir que, en su tiempo<br />
de ocio, se esperaba de él que fuera un competente calígrafo, poeta, escritor, pintor, músico<br />
y asceta).<br />
En lo que respecta a la sintaxis de este pasaje, S. W. Durrant («On translating Lun Yü»,<br />
en Chinese Literature: Essays, Articles; Reviews, enero de 1981, vol. 3) ponía objeciones al<br />
tipo de traducción que he adoptado aquí, afirmando que trataba la partícula de negación bu,<br />
que antecede al verbo, como si fuese fei, partícula de negación que antecede a un<br />
sustantivo. Esta objeción es sólo pertinente en apariencia, ya que ignora la fluidez<br />
morfológica de la lengua china. Se puede justificar el negativo bu si se emplea «vasija» como<br />
un verbo: «Un caballero no actúa como vasija» o «no "vasijea"», si se pudiera permitir un<br />
neologismo así.<br />
Por último, debo señalar que si tuviéramos que tomar qi en el sentido de «utensilio» o<br />
«herramienta», este pasaje podría ser traducido del siguiente modo: «Un caballero no se