ANALECTAS-Confucio
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.
Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
periodo.
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los campesinos que los calendarios más artificiales de las dinastías siguientes.<br />
El carruaje de Yin: estaba hecho de madera, y se supone que <strong>Confucio</strong> alababa la<br />
austera simplicidad de su construcción, en contraste con los materiales más lujosos y<br />
elaborados que se utilizaron posteriormente.<br />
El bonete de Zhou: era mucho más elaborado que el utilizado en las anteriores dinastías.<br />
Cuando se trataba del ritual y de la cultura, <strong>Confucio</strong> no era contrario a la pompa y al<br />
esplendor.<br />
El Himno de la Coronación de Shun y el Himno de la Victoria de Wu: véase los pasajes<br />
3.25 y 7.14, así como la nota 3.25.<br />
Proscribe la música de Zheng: Tolstoi, que leyó las Analectas muchas veces a lo largo de<br />
los años, expresó repetidamente en sus diarios la admiración que sentía por <strong>Confucio</strong>,<br />
porque su sabia intuición ya había previsto la necesidad de conservar el poder sobrecogedor<br />
de la música bajo el estricto control estatal. (Por mi parte, ¡dudo mucho de que la Sonata de<br />
Kreutzer fuera realmente una manifestación tardía de la música de Zheng!)<br />
15.13. Nunca he visto a un hombre que apreciase la virtud tanto como el sexo: repetición<br />
de la máxima 9.18.<br />
15.14. Zang Sunchen: véase la nota 5.18.<br />
Liuxia Hui: hombre virtuoso y de talento de Lu; en realidad, su verdadero nombre era<br />
Zhan Huo, o Zhan Ji.<br />
15.19. Un caballero siempre se resiente por su incompetencia, no por su anonimato:<br />
sobre el mismo tema —muy lejos en el espacio y en el tiempo—, La Bruyére haría una<br />
observación similar: «Nous devons travailler á nous rendre tres dignes de quelque emploi: le<br />
reste ne nous regarde point; c'est l'affaire des autres» (Les caracteres, «Du mérite<br />
personnel»). «Debemos trabajar para hacernos dignos de algún cargo: el resto no nos<br />
concierne, es asunto de los demás.»<br />
15.20. Un caballero se preocupa por la posibilidad de desaparecer de este mundo sin<br />
haberse hecho un nombre: en la China antigua y clásica, lograr la fama era un imperativo<br />
moral (puede encontrarse un equivalente de esta mentalidad en la cultura del Renacimiento<br />
italiano). La única forma de vida después de la muerte era sobrevivir en la memoria de la<br />
posteridad; la única forma de inmortalidad era la que otorgaba la memoria histórica. (He<br />
tratado de estos temas en un ensayo titulado «La actitud china hacia el pasado», publicado<br />
en Papers on Far Estern History, 31 de marzo de 1989, que será reeditado en mi próxima<br />
obra, Detours).<br />
A primera vista, puede parecer que en esta afirmación <strong>Confucio</strong> contradice la contenida<br />
en el pasaje 15.19: «Un caballero siempre se resiente por su incompetencia, no por su