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ANALECTAS-Confucio

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C. El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo periodo.

Las Analectas constituyen el único texto en el que puede encontrarse al Confucio real y
vivo. En este sentido, las Analectas son a Confucio lo que los Evangelios son a Jesús. El
texto, que consiste en una serie discontinua de afirmaciones breves, diálogos y anécdotas
cortas, fue recopilado por dos generaciones sucesivas de discípulos (discípulos y discípulos
de éstos), a lo largo de unos 75 años tras la muerte de Confucio, lo cual significa que la
recopilación fue probablemente completada un poco antes, o alrededor, del año 400 a. de C.
El texto es como un edredón multicolor hecho de piezas: son fragmentos que han sido
cosidos juntos por diferentes manos, con una habilidad desigual, por lo que a veces existen
algunas repeticiones, interpolaciones y contradicciones; hay algunos enigmas e
innumerables grietas; pero en conjunto, se dan muy pocos anacronismos estilísticos: el
lenguaje y la sintaxis de la mayoría de los fragmentos son coherentes y pertenecen al mismo
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Cuando estaba escribiendo mi primer borrador, Richard Rigby se tomó la molestia de leer<br />

mi traducción capítulo por capítulo, comprobándola pacientemente con el texto original. El me<br />

hizo preguntas y objeciones, así como algunas correcciones y sugerencias. Le estoy<br />

profundamente agradecido por su invalorable ayuda y fraternal bondad.<br />

Steven Forman, de Norton, fue mi primer lector. Sus sagaces comentarios, críticas,<br />

preguntas y ánimos constantes fueron para mí un gran apoyo a lo largo de este trabajo. En<br />

ocasiones los necesité realmente, y por ello le doy las gracias de corazón. También estoy<br />

especialmente agradecido a Robert Hemenway, por su sensible y cuidadosa puesta en limpio<br />

del minuscrito.<br />

En agradecimientos de este tipo es habitual, al final, responsabilizarse plenamente de los<br />

propios puntos de vista y de los errores cometidos. Pero siento una gran tentación de romper<br />

esta norma tradicional y transferir todas las posibles responsabilidades al profesor Frederick<br />

W. Mote: fue él el primero que me sugirió que intentase esta empresa y, después, cuando<br />

acabé mi trabajo, emprendió amablemente una lectura atentamente crítica de mi manuscrito<br />

final. Para mí es invalorable su aprobación académica.<br />

NOTA<br />

Para la trascripción de los nombres chinos he adoptado el sistema Pinyjn, que es menos<br />

elegante —y menos práctico para quienes no hablan chino— que el Wade-Giles. Dictó esta<br />

elección el hecho de que el uso del pinyin es hoy día el que predomina y probablemente<br />

llegará a ser el que se utilice universalmente.<br />

Respecto a los nombres personales, es tradicional que los chinos tuviesen diferentes<br />

nombres: un nombre era utilizado únicamente por los padres y superiores, había nombres de<br />

cortesía y de uso general, nombres figurados, títulos...; para evitar la confusión, como norma<br />

general, toda persona es nombrada con un sólo nombre, aunque, a veces, esto puede<br />

infringir gravemente las normas convencionales chinas.<br />

En lo que respecta a la bibliografía, se proporcionan las referencias completas cuando se<br />

mencionan obras individuales. Las traducciones modernas de las Analectas que he<br />

consultado y a las que me he referido con más frecuencia son:<br />

Quian Mu, Lunyu Xin Jie, II vols. Hong Kong: Xinya Yanjiu-suo, 1963.<br />

Yang Bojun, Lunyu Yizhu, Pekín: Zhonghua Shuju, 1958.<br />

Arthur Waley, The Analects of Confucius, Londres: George Allen & Unwin, 1938.<br />

D. C. Lau, Confucius: The Analects, Harmondsworth: Penguin, 1979.<br />

Las explicaciones y comentarios de a esta traducción se hallan en las Notas, que<br />

constituyen la segunda parte de este libro. En el texto de la traducción no hay ninguna nota a<br />

pie de página *; los lectores deben acudir directamente a la segunda parte, en donde se han<br />

dispuesto las notas siguiendo la numeración correspondiente a los capítulos y párrafos de la<br />

traducción.

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