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El Buen Vivir rural 36<br />

Uno de los elementos centrales de la agenda<br />

gubernamental para los próximos años constituye<br />

el Buen Vivir en los territorios rurales. Esto<br />

implica pasar de una visión que hacía énfasis<br />

exclusivamente en la dimensión sectorial agrícola<br />

de lo rural, hacia la consideración de una<br />

visión integral y de economía política del<br />

mundo rural, que incorpore sistemáticamente la<br />

garantía de derechos y los vínculos entre agricultura,<br />

manufactura y servicios. En el marco del<br />

Buen Vivir, esta nueva concepción ampliada de<br />

la economía rural, se reconoce su base agropecuaria<br />

y forestal, pero incorpora también la<br />

pesca artesanal, la artesanía, la industria y la<br />

manufactura y los servicios (considerando en<br />

estos últimos no sólo aquellos relacionados más<br />

directamente con la producción agropecuaria,<br />

sino también otros como los servicios ambientales<br />

o el turismo rural que tienen por base la conservación<br />

y el manejo de los ecosistemas y la<br />

creación y cuidado del paisaje y las culturas rurales).<br />

También es necesario considerar y apoyar la<br />

diversidad de las estrategias de empleo y generación<br />

de ingresos de las familias rurales, incluyendo<br />

las estrategias de base agropecuaria, rural no<br />

agrícola y multi-empleo (sea por cuenta propia o<br />

de empleo asalariado).<br />

Avanzar hacia el Buen Vivir rural requiere además<br />

la movilización de los recursos y activos que<br />

tienen dichas poblaciones (naturales, físicos,<br />

financieros, humanos, sociales y cultural-identitarios);<br />

así como impulsar la democratización<br />

del acceso a los medios de producción (agua, tierra,<br />

capital, conocimiento); y la generación de<br />

condiciones que permitan incidir sobre las fallas<br />

de mercado a través de la provisión de infraestructura<br />

de apoyo como vialidad, logística, telecomunicaciones<br />

y servicios básicos; así como<br />

también en los ámbitos de la educación, la salud,<br />

la cultura e interculturalidad, la ciencia y tecnología,<br />

la recuperación de conocimientos y saberes<br />

ancestrales, y el impulso a las dinámicas de<br />

asociatividad, entre otros.<br />

El enfoque territorial del Buen Vivir rural no es<br />

excluyente de las políticas sectoriales agropecuarias,<br />

pues las complementa y desarrolla desde<br />

36 Esta sección se basa en: Chiriboga (2008), Hidalgo (2009), SENPLADES (2009).<br />

128<br />

una perspectiva más amplia. Implica redimensionar<br />

las políticas sectoriales rurales, pasar de<br />

enfoques fragmentados y estáticos, llamados de<br />

combate a la pobreza, a enfoques integrales y<br />

dinámicos que promuevan transformaciones<br />

profundas y reviertan los procesos de exclusión y<br />

marginación. Así, un tema sustantivo dentro de<br />

esta perspectiva es el reconocimiento de la<br />

población rural tanto en cuanto a su composición<br />

étnica-cultural como a la feminización de<br />

la pobreza, la cual tiene características específicas<br />

en relación a su participación en el mercado<br />

laboral, la jefatura de hogar, los bajos niveles de<br />

escolaridad, el analfabetismo femenino (particularmente<br />

en zonas indígenas), la migración y la<br />

no propiedad de los recursos para la producción.<br />

De igual manera, la distribución y acceso a<br />

medios de producción requiere un análisis particular<br />

para reconocer procesos diferenciados de<br />

minifundización o reconcentración de la tierra y<br />

el agua, que condicionan sustantivamente las<br />

oportunidades de vida en zonas rurales.<br />

A su vez, el Buen Vivir rural requiere de una<br />

concepción ampliada del espacio rural, incluyendo<br />

a las poblaciones más dispersas, pero también<br />

a los pueblos y ciudades pequeñas y<br />

medianas, cuya economía y formas de vida están<br />

íntimamente asociadas a los recursos naturales y<br />

a la agricultura y los servicios que surgen de la<br />

agricultura. Por ejemplo las zonas urbano-marginales<br />

tienen presencia sobre todo de jóvenes<br />

rurales que se ocupan de la comercialización de<br />

sus productos. Esto requiere el reconocimiento<br />

de la complementariedad entre agricultura y<br />

otras actividades en zonas rurales, así como de la<br />

función residencial de las mismas. La vinculación<br />

rural-urbana deriva en la necesidad estratégica<br />

de mejorar la calidad de vida de la<br />

población rural, pero también de la población<br />

urbana al generar procesos de aproximación de<br />

intercambio de diversa índole (comercial, cultural,<br />

solidario).<br />

A todo esto se suma la necesidad de evaluar los<br />

condicionamientos que imponen los recursos<br />

naturales a las actividades económicas, y la<br />

necesidad de incorporar una perspectiva de sostenibilidad<br />

ecosistémica a las actividades pro-

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