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Por lo pronto, el triunfo de Rafael Correa y<br />

Alianza País (AP) en las elecciones presidenciales<br />

del último trimestre de 2006 abrió el abanico de<br />

oportunidades para el «relanzamiento de la acción<br />

pública», como principal detonante de una estrategia<br />

de desarrollo heterodoxa, cuyos fines últimos<br />

son la promoción del Buen Vivir y la realización<br />

de las capacidades individuales y colectivas, en el<br />

marco de un acceso igualitario a los recursos y a las<br />

oportunidades sociales.<br />

4.2.3. Sentidos y avances de la<br />

nueva acción pública:<br />

la Constitución como horizonte<br />

En los 31 meses transcurridos desde la asunción al<br />

mando del presidente Correa, el relanzamiento ha<br />

implicado un progresivo retorno estatal al primer<br />

plano de la escena política. En la agenda interna,<br />

se ha apuntado hacia el reestablecimiento de las<br />

capacidades estatales de planificación del desarrollo,<br />

de regulación y control de los sectores estratégicos<br />

de la economía, y de distribución y<br />

(re)distribución de la riqueza social. En el ámbito<br />

de la política exterior, se ha avanzado en la concepción<br />

de una estrategia geopolítica que impulsa<br />

diversos procesos de integración regional, así como<br />

una inserción soberana en el contexto global.<br />

El esbozo y la puesta en marcha de una nueva<br />

agenda pública ha supuesto, sin embargo, una<br />

intensa disputa política con los partidos tradicionales<br />

y las élites ecuatorianas: círculos empresariales,<br />

bancarios, financieros, mediáticos –afines a las<br />

ideas liberales dominantes a lo largo de los noventa–<br />

e incluso diversas agencias estatales, corporaciones<br />

y sectores burocráticos comprometidos con<br />

el viejo orden han desafiado y bloqueado abiertamente<br />

las extensas expectativas de cambio impulsadas<br />

por el nuevo gobierno. La estrategia<br />

antisistémica y el discurso antineoliberal que<br />

Rafael Correa promocionó desde el inicio de la<br />

campaña electoral del 2006 lo situaron siempre en<br />

las antípodas del poder establecido.<br />

Apoyados en un sólido respaldo popular y favorecidos<br />

por la inmensa debilidad del sistema de partidos,<br />

Rafael Correa, el movimiento político Alianza<br />

País (AP) y el gobierno asestaron diversos golpes a<br />

la estructura de poder que sostenía el modelo de<br />

Estado y de desarrollo de la década de los noventa.<br />

Las decisiones políticas del régimen lo ubican,<br />

entonces, por fuera de la pugna hegemónica entre<br />

84<br />

los dos sectores de las clases dominantes que se han<br />

disputado el poder, prácticamente, desde el retorno<br />

de la democracia en 1979: el polo de intereses económicos<br />

articulado en torno al Partido Social<br />

Cristiano, al que se sumaron en su tiempo la<br />

Izquierda Democrática y la Democracia Popular; y<br />

el polo que inicialmente giró en torno a Abdalá<br />

Bucaram y terminó expresándose con Álvaro<br />

Noboa, por medio de un Lucio Gutiérrez que<br />

hacía de doble comodín, tanto en la articulación<br />

del bloque como en los nexos entre este y el polo<br />

Partido Social Cristiano (Unda: 2008).<br />

El gobierno ha enfrentado, con mucho éxito, a<br />

este amplio bloque de poder. La incautación<br />

estatal de casi 200 bienes del poderosísimo grupo<br />

Isaías (septiembre de 2008) y el cobro de la deuda<br />

pública de dicho grupo reafirmaban la defensa de<br />

los intereses públicos y la vocación antioligárquica<br />

de la Revolución Ciudadana. Se retomaba, a la<br />

vez, la tarea inconclusa que dejaron los gobiernos<br />

nacionalistas militares de los años sesenta y<br />

setenta, que diezmaron únicamente la estructura<br />

de poder de los terratenientes serranos en relación<br />

con la democratización de las relaciones económicas<br />

y políticas en el Litoral. En tal opción se<br />

delinea una efectiva ruptura con la matriz de<br />

poder social que sostuvo el ciclo neoliberal.<br />

La derrota electoral de los partidos políticos –del<br />

centro a la derecha–, que inauguraron el régimen<br />

democrático en 1979, durante los comicios convocados<br />

para la elección de los representantes a<br />

la Asamblea Nacional Constituyente en 2008, el<br />

deterioro del espacio de representación de las<br />

formaciones derechistas surgidas a fines de siglo<br />

(Partido Renovador Institucional Acción<br />

Nacional, Partido Sociedad Patriótica) y la afirmación<br />

de una nueva fuerza política progresista<br />

(AP), acompañada, no sin tensiones, por otras<br />

pequeñas fuerzas de izquierda en el seno de la<br />

Asamblea, reflejan la configuración de una<br />

nueva correlación de fuerzas en el Ecuador del<br />

siglo XXI.<br />

De este escenario, surgió el proyecto constitucional<br />

presentado al país la última semana de julio<br />

de 2008 y ratificado el 28 de septiembre de ese<br />

año. Descontando la ratificación del presidencialismo<br />

como régimen político, la Carta Magna<br />

avanza, entre otros elementos, hacia cuestiones<br />

ligadas con:

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