Nuestra palabra tiene crédito - Ministerio de Desarrollo Social

158.- Primer Congreso Latinoamericano de Microcrédito
integra al microcrédito como un instrumento
imprescindible para la construcción de nuevas
alternativas de trabajo digno.
El Banco Popular de la Buena Fe (BPBF)
como herramienta de la economía social
apunta a la construcción de poder popular y
tiende a la formación de otro sujeto social fortalecido
y con autonomía.
Con esta herramienta se iniciaron y crecieron distintos
emprendimientos que activan y dan nueva
vida a la actividad económica y social del pueblo.
Las reuniones de centro constituyen una de las
pocas instancias de encuentro, una oportunidad
para salir de la casa, arreglarse y compartir
un momento, un espacio para hablar sobre la
marcha de los proyectos, pero también sobre los
problemas del pueblo y sobre las cuestiones personales
de cada uno. En esta instancia es fundamental
el papel de los promotores y promotoras
del Banquito y de los asesores de crédito.
Se constituyen espacios de debate comunitario,
en los cuales se busca la articulación
con diferentes actores locales para reforzar la
decisión de redescubrir y aprovechar las posibilidades
económico- productivas intrínsecas,
fomentando la participación activa de la
comunidad en la resolución de problemáticas
sentida, la pertenencia a un grupo de referencia
que los considere valiosas y valiosos, incentivando
su confianza y autoestima.
La PartiCuLaridad
deL miCroCrédito
en argentina
La Ley Nº 26.117 en Argentina, a través de
diferentes metodologías, regula la asistencia
financiera a individuos o grupos familiares
con iniciativas originadas en la autogestión.
De esta forma, el microcrédito está destinado
a fortalecer los emprendimientos de la economía
social a través de la gestión asociada
entre el Estado y las Organizaciones Sociales.
Esta concepción es diferente en otros países
de Latinoamérica. Por ejemplo, en Colombia
el microcrédito está destinado a promover el
crecimiento de las pequeñas empresas dentro
de la economía capitalista.
La tarea entonces no sería resolver problemas
individuales para volver a incluir a los emprendedores
al sistema capitalista sino que,
junto con ellos, construir un nuevo modelo
económico. Esto configura la concepción de
una propuesta política.
Se puede observar que los proyectos (individuales
y colectivos) que logran sobrevivir son
el fruto de una combinación de factores en los
que interviene el nivel de aporte voluntario y
solidario, el tipo de liderazgo, el diseño sociotecnológico
de la propuesta, la estructuración
lograda y el entramado de contención social.
No hablamos de éxito sino de supervivencia.
La experiencia democrática y el avance de prácticas
sociales y solidarias, nos están presentando
un panorama propicio para avanzar en el desarrollo
socioeconómico. Los emprendedores de
la economía social, organizados y en red constituyen
un sector amplio y extendido en toda la
sociedad, que presenta una lógica de producción
basada en valores solidarios. Un trabajo
de fomento del sector puede generar fuertes
impactos en la creación de empleo. Esta alternativa
de promoción, podría ser complementaria
a la actual política de apoyo a las pymes,
con vistas al pleno empleo. Para ello, el Estado
tendrá que profundizar los cambios iniciados,
fortalecer los programas y reparticiones más
avanzados en este campo y otorgarle al sector
la relevancia que le corresponde.