Nuestra palabra tiene crédito - Ministerio de Desarrollo Social

192.- Primer Congreso Latinoamericano de Microcrédito
villas en la última dictadura militar, en un extremo;
hasta las experiencias de autoconstrucción
por ayuda mutua con asistencia técnica
de organizaciones técnicas de la sociedad civil,
destacando la importancia del Estado cuando
en un rol proactivo implementa programas
adaptados a las prácticas de los sujetos que realizan
el mejoramiento del hábitat de sus barrios
como el citado programa 17 o en la actualidad
el Subprograma Mejor Vivir.
Son de sustancial relevancia los valores que
subyacen en estos sujetos que participan en estas
prácticas y procesos, los cuales concuerdan
con los de la Economía Social, brindando soluciones
participativas, promoviendo el derecho
a una vivienda digna. Son producciones que
no tienen el fin de constituirse en mercancías
transables sino en soluciones para el buen vivir
de quienes las promueven y realizan.
Para finalizar, la temática del hábitat se vincula
a la recuperación del sujeto político que
se apropia nuevamente de la capacidad de soñar
un país distinto donde la inclusión no es
una utopía sino una realidad. La política, así,
refleja lo que cotidianamente se hace en los
barrios para mejorar la calidad de vida de la
gente, como herramienta que transforma los
recursos en aquello que la comunidad necesita
en relación a la tierra y la vivienda.
2. El impacto del microcrédito, cuando
se orienta a estrategias de mejora del hábitat
tanto de la unidad de vivienda como
soporte apto para la reproducción de las condiciones
de vida de las personas o como soporte
de la unidad productiva que el mismo
sujeto que habita se procura para concretar
una estrategia de ingreso, productiva, comercial
o de servicios.
En el plano del financiamiento, existe coincidencia
en que los esfuerzos que los trabajadores
realizan para mejorar su hábitat se enmarcan
dentro la Economía Social. El concepto que El
buen vivir es la búsqueda está en la raíz y en la
base de las iniciativas. El microcrédito potencia
las iniciativas productivas de los emprendedores
aunque no hay tanta visibilidad del impacto de
esta herramienta respecto a la Producción Social
del Hábitat. Microcrédito y hábitat aparecen
aún como una asignatura pendiente.
Cuando las organizaciones combinan las estrategias
de microcrédito para el mejoramiento habitacional
o para emprendedores de la Economía
social, se están haciendo eco del mismo tipo de
proceso productivo, ya que en ambos casos se
desarrollan capacidades propias y colectivas. Se
movilizan recursos monetarios y se promueven
acciones de trabajo en el mismo territorio. Hay
sinergia y ambos procesos promueven la generación
de ingresos. Los excedentes de los emprendimientos
muchas veces se invierten en el hábitat
y muchas acciones en el campo del hábitat
generan ingresos en emprendedores emplazados
en el mismo territorio.
En el plano constructivo, el microcrédito
apalanca y promueve el ahorro en los hogares
por los rápidos avances que se obtienen en los
procesos constructivos. Genera impactos en
salud y protección. La casa se valoriza en su
condición de hogar. Ya no es solo cobijo sino
que pasa a ser un lugar para estar y disfrutar,
hacer la vida más fácil y digna.
3. Las instancias de organización en
torno al hábitat y la necesidad de que el Estado
apalanque las iniciativas y estrategias que
los pobladores se dan para mejorar su hábitat.
En este sentido y más allá de generar estrategias
de financiamiento desde lo público, el
desafío es la oportunidad de ampliar estrategias
de autogestión que brindan confianza
en el esfuerzo propio. En la progresividad de
las mejoras físicas, se abre la oportunidad de
consolidar procesos colectivos de cambio, de
proyecto, de futuro, de mejor vida. Las mejoras
animan el aprendizaje.
Si se implementan políticas de financiamiento
en la Economía Social que incorporen la
producción social del hábitat, la población encontrará
que se une techo y trabajo. La misma
familia es la que se sobrepone y se genera una
nueva pedagogía. Viendo y haciendo lo que