Nuestra palabra tiene crédito - Ministerio de Desarrollo Social

egionales, para que el emprendedor
tenga espacios y tenga la oportunidad
de vender; ayudarlo más cotidianamente
en la comercialización y generar otras
acciones para la sustentabilidad en el
mediano y largo plazo en el marco del
proyecto nacional y popular.
Los participantes encararon la
discusión acerca de cómo deben
estar integrados los espacios interinstitucionales
(mesas, consorcios,
entre otros). Este debate tuvo una
serie de implicancias importantes. El
consorcio debe ser un espacio donde
se discuta la política de la Economía
Social, no sólo para el microcrédito,
pero: ¿Debe tener sólo actores de la
Economía Social u otros con los que
se entiende, como por ejemplo la Cámara
de Comercio? Según algunos
participantes del grupo, la Cámara de
Comercio es competitiva con los comerciantes
de la Economía Social porque
los ven como sus enemigos. Dicen
que hacen una competencia desleal
por no estar formalizados y tienen
otros intereses. Otros participantes
son de la opinión que no es cierto que
compitan siempre, que depende de los
municipios, pues en algunos se puede
trabajar en conjunto. La contradicción
pasa, no por los acuerdos entre actores,
sino por los hábitos del consumidor
que compra en el mercado formal.
Hay que fortalecer el mercado informal,
formalizándolo (bromatología,
etiquetado, entre otros).
Encuentro NEA-Centro
Se hace evidente que buena parte de las argumentaciones
ya reseñadas coinciden con las vertidas
por las y los participantes del encuentro NEA –
Centro. Con lo cual nos permitimos hacer una
síntesis analítica, resultado de las discusiones en
los grupos y de algunas entrevistas efectuadas a
Nuestra palabra tiene crédito
promotoras /es durante las dos Jornadas.
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Los participantes sostienen la importancia
de atender los temas más
sensibles de la relación entre los sujetos
que interactúan. Los promotores se
preocupan por intentar hablar el mismo
idioma con los emprendedores. Se insiste
en que la autoestima de emprendedores
genera adhesión y mística.
A través del microcrédito se conformaron
espacios de encuentro y solidaridad
que facilitaron la recuperación de
la confianza hacia ellos mismos y hacia
el Estado. También se señaló que se
recobraron los vínculos entre vecinos
y compañeros marginados. Con esta
herramienta se reconquistó la dignidad
del trabajo y se generó mano de obra
genuina. Valorar las horas de trabajo y
el valor del producto que se hace.
Los participantes resaltaron los beneficios
que tienen en cuanto a la participación
en espacios participativos. En
ellos, concuerdan, se revalorizan sus saberes
y comienzan a creer en lo que hacen.
Un punto central es que relacionan estos
cambios personales con un cambio a nivel
comunitario, es decir, que repercuten
a otra escala, especialmente, para las mujeres.
Mencionaron la importancia que
sienten los emprendedores al ser parte de
un proyecto social. Del mismo modo, se
señala la recuperación de los valores solidarios
a través de la participación en estos
espacios. En este sentido, varios enfatizaron
la relevancia del valor de la palabra
empeñada así como de los valores de la
igualdad, la confianza, la contención y el
compañerismo.
Los participantes entienden que
la continuidad de esta política pública
pasa por fortalecer sus espacios
y la articulación y la gestión asocia-