Nuestra palabra tiene crédito - Ministerio de Desarrollo Social

160.- Primer Congreso Latinoamericano de Microcrédito
digentes rurales. Se relataron algunos puntos de
la historia como el Laudo Alvear, los cupos de
azúcar, el sistema de maquila y la desregulación,
explicando que son violados por los ingenios
azucareros. En el año 2009, la situación estaba
marcada por una comercialización irregular -o
sea en negro- una salida del sistema productivo
y un debilitamiento o desaparición de las organizaciones.
En el sistema que trabajaban los
productores, el único beneficiado era el intermediario
entre los productores y los ingenios.
El PSA y la Secretaría de Agricultura tenían un
fondo de $ 3.000.000. Entonces se diseñó un
sistema de desembolsos: $30 por Tn a cosecha
para productores de menos de 10 has; $ 15/
tn a productores de 10 a 20 has. Los fondos se
aplicaron en cuotas, la primera en concepto de
adelanto y las otras contra presentación de la
documentación. La comercialización comenzó
a ser (y es) realizada íntegramente por las organizaciones
y se comercializa por sistema de
Maquila con un recupero del 100%.
Resultados obtenidos:
Se fortalecieron las organizaciones.
Se creó un fondo rotatorio.
Relaciones de reciprocidad interorganizacional.
Conformación de equipos técnicos
estables.
Permanencia en el tiempo de la
operatoria.
Mejoras en el ingreso: de $ 220,-
por ha a $ 1120,- por ha (hay que
descontarle el aumento del precio del
azúcar que pasó de $ 30,- a $ 75,-).
Todo se vende en blanco lo que
constituye un beneficio para el Estado,
pues recauda los impuestos correspondientes.
Lecciones aprendidas:
Los problemas estructurales no se
resuelven con un microcrédito.
Es necesario intervenir en la mayor
cantidad de eslabones posibles.
Fortalecimiento organizacional, están
yendo a un sistema de Fideicomiso
La organización La Batea del Banco Popular
de la Buena Fe presentó la experiencia y la reflexión
teórica: “Democratizando relaciones
de género”. El género es una construcción
social y cultural alrededor del sexo: todo lo
que debe hacer un hombre o una mujer en
una sociedad determinada. Y las políticas
sociales no están exentas de esta construcción.
Se da una división sexual del trabajo: la
mujer como reproductiva y el hombre como
productivo. Esto es, o conforma, una relación
injusta entre los géneros. Mirar desde
una “perspectiva de género” nos empuja a
cuestionar las estructuras de inequidad e injusticia
que se naturalizan. Las “necesidades
de género” e “intereses de género” son distintas
cosas. Las necesidades tienen que ver
más con las prácticas (por ejemplo, alimentación
de los hijos) y los intereses estratégicos
más con una visión global (por ejemplo,
el empoderamiento). En términos políticos,
las necesidades e intereses estratégicos de género
implican la incidencia en las decisiones
políticas en pos de la igualación de los sexos,
el acceso a oportunidades, el reconocimiento
de derechos, etc. La organización propone
dar el salto hacia la conquista de otros intereses
estratégicos. Hay distintas visiones del
tema de género y por ende distintos tipos de
políticas sociales que se proponen este abordaje
y promover acciones para la mujer. Ellas
son: “políticas para mujeres” (bajo esta clasificación
se encuentran los programas que
benefician específicamente a la mujer por
‘ser madre’, ‘jefa de hogar’, etc.), “políticas
de acción afirmativa o discriminación posi-