Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

Zamora pasea la mirada por su esposa todavía dormida, los ingenuos y
apacibles adornos de la alcoba, un velo de novia que cuelga de un espejo, los
floreros con flores amarillas, el retrato de Juan Crisóstomo Falcón, a quien ya
hemos visto en varias reuniones del partido liberal, y la punta de lanza del
llanero “Gavilán”, y vuelve a mirar a Gaspers, interrogante.
GASPERS:
-¡Cuñado, se acabó el exilio! ¡Se sublevó la guarnición de
Ciudad Bolívar! ¡Hay rebeliones campesinas en Yaracuy,
en Portuguesa, en los Llanos Occidentales, en El Baúl! ¡En
toda Venezuela! Los muchachos de Coro cumplieron lo
prometido ¡Se alzaron ayer y tomaron el parque del cuartel
frente a la plaza de San Francisco, sin un muerto! En día y
medio de navegación estamos allá.
Mientras Gaspers habla, Zamora se ha puesto los pantalones y Estefanía se
cubre con la sábana hasta la barbilla, contemplando con alarma aquella
conversación sobre alzamientos y rebeliones.
ESTEFANÍA:
-¡Pero Ezequiel!... Juan Crisóstomo y su Comité
Político no han autorizado ningún alzamiento!
Gaspers, respetuoso, se voltea de espaldas para no perturbar el pudor de
Estefanía.
ZAMORA:
-Tu hermano Juan Crisóstomo no acaba de
decidirse... ¡Nunca ha decidido nada!... Y esos
políticos de Saint Thomas lo que quieren es llegar a
la Casa de Gobierno sin hacer la revolución. Si yo
logro desembarcar lo ayudaré mucho.
ESTEFANÍA:
-Juan Crisóstomo es demasiado bueno...
ZAMORA:
-Si los godos le hubieran puesto un par de grillos,
como a mí, pensaría de otro modo... Pero hay que
ayudarlo, porque lo están engañando...
Zamora, indeciso, mira hacia Estefanía, hacia Gaspers, se planta en medio de
la habitación, y poniéndose la mano en la frente, dice:
ZAMORA: