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Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

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González, No es indispensable caracterizar a la mayoría de los personajes de<br />

esta escena y las inmediatas. Basta que sean caballeros maduros, vestidos con<br />

trajes de citadinos: casaca, chaleco, corbatas y cuellos de la época,<br />

preferiblemente con barbas y bigotes. Conservamos los nombres originales<br />

porque es más sencillo distinguirlos así que llamándolos Diputado 1, 2, 3,<br />

etcétera>.<br />

Juan Vicente González se sube en una silla, y saca de los grandes bolsillos de<br />

su levita un papel manchado en manteca:<br />

JUAN VICENTE GONZÁLEZ:<br />

-¡Calma! ¡Aquí hay una carta del general Páez que nos invita a<br />

resistir como romanos!<br />

A su lado se planta, resuelto, el diputado oligarca Miguel Palacio, que saca<br />

una daga y blasona:<br />

DIPUTADO MIGUEL PALACIO:<br />

-¡Ahora van a ver como pelea un llanero, carajo!<br />

El diputado conservador Antonio Sucre saca un pistolón, y lo apunta contra<br />

Sanabria, quien todavía se debate asido por José María de Rojas:<br />

ANTONIO SUCRE:<br />

- ¡Malvado! ¡Este es el fruto de tus doctrinas!<br />

JOSÉ MARÍA DE ROJAS:<br />

- ¡Toño, apunta para otro lado, coño!<br />

El hombre del pueblo armado con el sable de Smith irrumpe de un empellón<br />

en la sala de sesiones, seguido por hombres y mujeres encolerizados, muchos<br />

sangrando por los balazos y bayonetazos.<br />

El hombre del pueblo salta hacia el diputado José María de Rojas, quien<br />

todavía ase como rehén al doctor Sanabria, y de un formidable planazo hace<br />

rodar por el suelo al oligarca, quien suelta el puñal, se incorpora y echa a<br />

correr sobándose las nalgas y dando alaridos.<br />

Antonio Sucre le descarga el pistolón al hombre del pueblo, falla el tiro, que<br />

sólo derriba un austero retrato de Páez, y huye.<br />

El espectáculo infunde pavor en Juan Vicente González, quien suelta la carta<br />

de Páez, salta al suelo y echa a correr.<br />

Una mujer del pueblo, armada con una escoba, le cae encima como una fiera.<br />

Un diputado liberal protege al corpulento panfletista:<br />

DIPUTADO LIBERAL:<br />

-¡A Tragalibros no! ¡A Tragalibros no le hagan nada, que él me<br />

educa los muchachos!<br />

ESCENA 22

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