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MONAGAS:<br />
-Señora Correa de Zamora... Usted que entiende tan bien todo,<br />
comprende también que esos 107 votos, con ser la minoría del<br />
país, son la mayoría de un Congreso que podría hacerme enjuiciar<br />
y destituirme de la Presidencia...<br />
Paula Correa lo mira intensamente:<br />
PAULA CORREA:<br />
- Entonces, señor Presidente, yo no vengo a pedir por el destino<br />
de uno, sino de dos prisioneros. Uno de ellos todavía está libre...<br />
Libre de actuar para salvarse.<br />
En la antesala del despacho se escuchan voces, quejidos femeninos.<br />
Se abre la puerta y entra atropelladamente Carlota Blanco, la esposa de<br />
Antonio Leocadio Guzmán, vestida de riguroso y recargado luto, hecha un<br />
mar de lágrimas, mientras un ordenanza hace inútiles esfuerzos para detenerla,<br />
temeroso de emplear la fuerza contra una dama de calidad.<br />
El presidente Monagas se levanta y va a su encuentro.<br />
Carlota Blanco se arrodilla frente a él, junta las manos en las cuales tiene<br />
entrelazado un rosario como quien ora ante un santo, y rompe a llorar<br />
inconteniblemente.<br />
CARLOTA BLANCO:<br />
-¡La vida de Antonio Leocadio! ¡Mis lágrimas, Presidente! ¡Mi<br />
único argumento son mis lágrimas!<br />
Carlota Blanco se abraza de las rodillas de Monagas y solloza<br />
violentamente.<br />
Éste queda indeciso un instante, y luego la ayuda a levantarse, entre<br />
caballeroso y cortado.<br />
MONAGAS:<br />
-Por Dios, señora. Váyase usted persuadida de que yo no he<br />
venido a este puesto a servir de instrumento de las pasiones de<br />
nadie.<br />
Paula Correa se vuelve para contemplar la escena, y se incorpora de la silla<br />
que ocupaba, con expresión de quien abriga una esperanza.<br />
ESCENA 6<br />
INTERIOR. DÍA. CALABOZO DE ZAMORA EN MARACAY<br />
Una vez más el estrecho calabozo donde está engrillado Zamora. El soldadito<br />
de guardia, profundamente aburrido, mira sin prestar atención a otro hombre