Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

ESCENA 43
EXTERIOR. ATARDECER. ORILLA DE RÍO.
Zamora, exhausto, vestido apenas con una desgarrada camisa y un pantalón
llanero manchados de sangre, se arrastra trabajosamente por la orilla del río,
hasta alcanzar la ribera, sobre la cual cae, sin fuerzas.
Su mano todavía ase el inútil fusil sin municiones, y del correaje cuelga el
sable con el adorno en forma de sol, que también pone en la ribera, con el
último esfuerzo.
Durante largo rato yace inmóvil, como un tronco, a medida que crece la
sombra.
ESCENA 44
EXTERIOR. AMANECER. CERCANÍAS DEL RÍO.
Apoyándose trabajosamente en el sable como un bastón, Zamora deja a sus
espaldas el río, y se interna en las espesuras.
Sucesivas disolvencias muestran cómo se mueve de un paraje a otro,
sugiriendo un prolongado desplazamiento.
Zamora eleva los ojos al cielo, y con el ceño fruncido descubre numerosas
zamureras.
A lo lejos, en cámara subjetiva, discierne humaredas de incendios.
Vencido por un irresistible cansancio, se recuesta en un tronco de árbol, se
desliza apoyando la espalda en él y cae inerte y tembloroso al suelo.
ESCENA 45
EXTERIOR. ATARDECER. ESPESURA
Zamora abre los ojos.
En cámara subjetiva, vemos que percibe borrosamente las formas de una
muchacha acurrucada a pocos metros frente a él.
La visión se aclara, y revela una muchacha de abundante cabellera
desgreñada, que casi le cubre el rostro hermoso, vestida con un camisón
desgastado y grisáceo, sentada al lado de un enorme haz de chamizas atado
con mecatillo. La muchacha lo mira con fijeza, con más desafío que
curiosidad, y afirma:
VIVIANA:
-No eres del gobierno. Eres un alzao.
Zamora le sonríe, callado.
La muchacha se acerca, y le pone la mano sobre la frente:
VIVIANA:
-Estás ardiendo en fiebre.
ZAMORA: