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conspiradores y las penas en que incurren, se condena al<br />
expresado Ezequiel Zamora a la pena de último suplicio,<br />
con las costas procesales.<br />
Zamora, cargado con grillos, visiblemente enfermo, apenas escucha, como<br />
sumido en pensamientos insondables.<br />
ZAMORA:<br />
-Esto no termina aquí.<br />
Un tumulto lo obliga a levantar la mirada: tras la ventana enrejada, una<br />
multitud de pobres lo vitorea.<br />
CIUDADANOS POBRES, PARDOS Y NEGROS:<br />
-¡Zamora! ¡Zamora! ¡Cárcel para los asesinos! ¡Cárcel para<br />
los ladrones! ¡Cárcel para los esclavistas! ¡Que suelten a<br />
Zamora! ¡Que suelten a Zamora! ¡Zamora! ¡Zamora!<br />
Paula Correa de Zamora está entre quienes piden la libertad del reo.<br />
Las espaldas de hombres con fusiles se interponen entre la multitud y la<br />
ventana.<br />
ESCENA 4<br />
INTERIOR. DIA. CALABOZO EN CÁRCEL DE MARACAY<br />
En la cárcel de Maracay, Ezequiel Zamora tirita ovillado en el suelo, apenas<br />
cubierto por una harapienta sábana.<br />
Un oficial oligarca llega ante el calabozo, se toca la boca con un dedo<br />
ordenándole silencio al confundido soldadito de guardia, se planta frente a<br />
Zamora, desenvaina la espada, y la alza.<br />
Zamora entreabre los ojos, y ve la figura amenazante, que se apresta a lanzar<br />
un sablazo fulminante.<br />
El oficial de guardia aparece a las espaldas del oficial intruso, y carraspea.<br />
Ambos hombres se miden con la mirada.<br />
El oficial de guardia empieza a desenvainar su espalda.<br />
El oficial intruso, tras un momento de vacilación, empieza a envainar la suya.<br />
El oficial intruso vuelve a mirar con odio al postrado Zamora, y sin hacer<br />
saludo militar, da media vuelta y sale de la cárcel.