Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

ZAMORA:
-Fue muy afortunado, general, que después de su
desembarco usted evitara riesgos innecesarios para
su ejército evitando atacar Caracas, aparentemente
fácil de tomar porque estalló una rebelión popular a
favor de los liberales.
Falcon toma la copa de oporto y bebe, asintiendo, sin advertir la ironía de
Zamora.
El joven Antonio Guzmán Blanco, que comprende perfectamente el sarcasmo,
lanza una helada mirada a Ezequiel Zamora y otra de desdén a Falcón. El
sargento G. Morón también parece captar el significado, y frunce el ceño.
ZAMORA:
-También es digno de encomio, general Falcón, que una
vez que su ejército de cinco mil hombres se adentró
audazmente en el territorio ya dominado por nosotros,
usted mostrara por segunda vez una extraordinaria
prudencia al no tratar de apoderarse del parque con piezas
de artillería que conducía el general Andrade, que es
decisivo para esta guerra.
Falcón empuja generoso la fuente con el pastel de chivo hacia Antonio
Guzmán Blanco, quien la rechaza sin poder reprimir un gesto de disgusto ante
el plebeyo plato.
Sin esperar la invitación, los dos políticos disfrazados de generales de opereta
se sirven pantagruélicas porciones del pastel.
Guzmán Blanco saca de una carpeta varias hojas de papel, y lee:
ANTONIO GUZMÁN BLANCO:
-En fin. Los términos del acuerdo del supremo comando de
la revolución son: Uno. El general Juan Crisóstomo Falcón
continuará desempeñando las funciones de Presidente de la
República en Campaña. Dos. El general de división
Ezequiel Zamora continuará desempeñando las funciones
de Comandante en Jefe del Ejército Federal de Occidente,
al cual se incorporarán las fuerzas conducidas por el
general Juan Crisóstomo Falcón...
Al escuchar el apellido de Falcón, el sargento G. Morón larga un escupitajo de
chimó.