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Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

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Uno de los abogados de la comitiva de Guzmán sale de una puerta a la calle de<br />

tierra del poblado, ajustándose a toda prisa las ropas como quien se ha<br />

quedado dormido y no se ha enterado bien de lo que pasa, calándose el<br />

sombrero de copa y los quevedos. Al ver la agitación, grita:<br />

ABOGADO:<br />

-¡Señores, soltemos las armas y disolvámonos! ¡Que no nos<br />

tomen por salteadores!<br />

Montado en un magnífico caballo se le interpone el “Indio” Francisco José<br />

Rangel. A pesar de que no lleva camisa, porta sobre los hombros los restos de<br />

una desastrada levita, y esgrime un machete mientras hace girar su bestia,<br />

exhibiendo su pobre vestimenta y sus pies en alpargatas:<br />

EL INDIO RANGEL:<br />

-¿Salteadores? ¡Peleé por la Independencia, con el general<br />

Zaraza, y ahora no me dejan votar, y me amarraron un sobrino al<br />

botalón, y me expulsan de las tierras que trabajo! ¡Que me<br />

registren para que vean si encuentran algo que no sea la tierra que<br />

trabajo entre las uñas!<br />

Delante del Indio Rangel cruza en otro caballo Rafael Flores Calvareño<br />

seguido de una partida de negros con azadones y machetes:<br />

RAFAEL FLORES CALVAREÑO:<br />

-¡Salteador el que encierra a otro y dice que es su dueño! ¡Bolívar<br />

le dio la libertad a los esclavos! ¡Nadie es dueño de nadie! ¡Venga<br />

conmigo el que quiera ser libre!<br />

RAFAEL FLORES CALVAREÑO sofrena a su caballo, que caracolea, y sale<br />

luego disparado.<br />

Suenan disparos cada vez más próximos.<br />

Los reunidos en la calle del poblado echan a correr en distintas direcciones.<br />

La milicia de la oligarquía cruza por la esquina, enfila sus fusiles hacia la<br />

muchedumbre, y dispara.<br />

La humareda de las detonaciones cubre a los que protestan y hace borrosos<br />

sus gestos crispados mientras caen.<br />

Zamora, a pie, con las bridas del caballo en la mano, mira hacia uno y otro<br />

lado, intentando tomar una resolución. Al final aferra el sable de su padre,<br />

marcado con el inconfundible adorno metálico en forma de sol, y dice:<br />

ZAMORA:

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