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Gaspers sigue congelado en una cómica pose de esgrimista.<br />
GASPERS:<br />
-A Ezequiel no hay quien lo maneje, suegra.<br />
ESCENA 11<br />
INTERIOR. DÍA. GRAN SALA DE CASA EN CARACAS<br />
Antonio Leocadio Guzmán, con varios folios en mano, con grandes ademanes<br />
lee el Programa del partido liberal en la sala de una amplia casona en Caracas,<br />
ante un público de políticos, abogados y comerciantes vestidos atildadamente,<br />
que aplauden con educación, casi sin hacer ruido:<br />
ANTONIO LEOCADIO:<br />
- El Gran Partido Liberal sustenta como programa político, civil,<br />
económico y social, los siguientes principios: Cumplimiento<br />
rígido de la Constitución y las leyes, por lo cual nos llamamos<br />
partido de oposición constitucional. Efectividad del principio de<br />
alternabilidad en el desempeño de los cargos públicos. Uso o<br />
empleo del poder electoral, en virtud del cual, el Partido... debe<br />
trabajar por constituirse en mayoría para ganar la victoria.<br />
Creación de dos grandes partidos nacionales que, sometidos de<br />
buena fe a las leyes fundamentales del país, pudieran garantizar<br />
las libertades públicas. Difusión de las republicanas prácticas de<br />
examinar libremente, por medio de la prensa o en asociaciones<br />
públicas, todo lo que pudiera afectar los intereses de la<br />
comunidad...<br />
Mientras Antonio Leocadio lee, descartando página tras página, la cámara<br />
alterna la perorata del político con los rostros del público, casi todo compuesto<br />
de burgueses bien vestidos, con almidonados cuellos y atildadas corbatas.<br />
La cámara se detiene un instante en el rostro atento de Juan Crisóstomo<br />
Falcón, para ese entonces un obeso joven de unos treinta años, con bigotes<br />
lacios, que se golpea nerviosamente la palma de la mano izquierda con un par<br />
de guantes asidos en la derecha.<br />
Un joven petimetre cubre un desdeñoso bostezo con una mano enguantada y,<br />
con los párpados bajos, dirige una presuntuosa mirada hacia una señorita<br />
emperifollada, que mira por la puerta del salón, cubriéndose en parte el rostro<br />
con un abanico.<br />
La señorita capta la mirada y con emocionada coquetería se cubre el rostro<br />
con el abanico.