Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

Barbarita se arroja sobre el viejo caído, intentando auxiliarlo, tocándole las
mejillas, aflojándole la camisa.
Páez se retuerce, entrechocando los dientes con una expresión demoníaca en la
cual los ojos en blanco parecen borrar toda humanidad y las manos parecen
garras descarnadas.
Los edecanes y el espía y dos esclavas que entran corriendo rodean a la pareja,
sin atreverse a acercarse ante el espantoso espectáculo del mal sagrado.
Las lámparas iluminan con luz temblorosa el espectáculo del titán que muge y
se agita como un toro derribado y de la bella muchacha que inútilmente se
aprieta contra su pecho.
ESCENA 26
EXTERIOR. NOCHE. CALLE DE PEQUEÑO POBLADO
En las afueras del pequeño poblado en la vía hacia Valencia, una mano con
una antorcha incendia un muñeco de paja que cuelga de un poste de madera o
de una cuerda entre dos tejados. El muñeco es una rudimentaria caricatura de
Páez, con el rostro pintado en tinta o creyón sobre un cartón, y de su cuello
cuelga un cartelón donde dice: “PÁEZ, JUDAS”.
Tomas de la combustión del muñeco alternan con tomas de la agitación en la
pequeña calle.
Ezequiel Zamora mira confundido a los contingentes de campesinos y
llaneros que se preguntan a grandes voces por el paradero de Antonio
Leocadio Guzmán y discuten qué hacer.
HOMBRE DEL PUEBLO:
-¡Antonio! ¡Antonio Leocadio!
NEGRA:
- ¿Dónde está el niño Antonio Leocadio? ¿Me lo mataron?
CAMPESINO:
- ¡Esto no se queda así! ¡Vamos a alzarnos!
Zamora alza las manos:
ZAMORA:
-¡Un momento! ¡Hay que saber qué pasa! ¡No se puede hacer
nada sin saber qué pasa!
Se escuchan disparos lejanos.
Un jinete llega a toda carrera, y frena el caballo en medio de la gente que
gesticula en la calle:
JINETE:
-¡Porai vienen las tropas de Páez matando gente!