Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

cierra los ojos, acaricia las sienes del viejo revolucionario. De improviso,
Ezequiel Zamora abraza con todas sus fuerzas el inanimado cuerpo de Johann
Gaspers, y hunde su cabeza en los hombros del camarada, resistiéndose al
llanto.
Al fondo, se va escuchando el toque de un redoblante, cada vez más áspero,
acelerado y tronante, que acompaña el parlamento inmediato.
Zamora empieza a incorporarse con un enorme esfuerzo de voluntad, y con
voz seca recita la oración del Justo Juez, como si recordara cuando la joven
Viviana se la rezó a él, mientras su rostro se va transformando del dolor a una
determinación indomable:
ZAMORA:
¡Oh, Justo Juez! Mis enemigos veo
Veo venir.
¡Déjalos venir!
Aun cuando vengan ciento uno
Aun cuando vengan ciento once o ciento doce
Hoy, en este día, los he de vencer
A mis pies han de caer...
La niña Viviana toca la frente de Gaspers, y vuelve la mirada hacia Zamora,
con intensa atención.
Sobre la mirada de la niña Viviana aparece, fade in, la sobreimpresión del
rostro de la actriz que en el capítulo 2 interpretó a su madre, la joven Viviana.
La joven Viviana recita, y su voz acompaña a dúo la de Zamora, la
continuación de la oración del Justo Juez:
JOVEN VIVIANA Y ZAMORA (A dúo):
En la hora de la batalla
Mi frente sea cubierta por la piedra
Mi pecho sea resguardado para el puñal
Mi cuerpo sea resguardado para la bala
Y para toda clase de metal...
Al concluir esta parte del recitado, la imagen sobreimpuesta de la joven
Viviana se desvanece, y su voz se pierde. Zamora está enteramente de pie, los
puños cerrados, plantado en dirección al enemigo, tembloroso de rabia.